martes, octubre 31, 2006

Intimidad

"La reticencia, en tanto, se ha vuelto una virtud obsoleta. Ahora la gente te habla de buena gana de sus enfermedades, sus alquileres, sus antidepresivos. La historia sexual se cuenta en una primera cita, los jeans cortados y el calzado informal se infiltran en la oficina los viernes informales, los que trabajan en casa instalan la sala de juntas en el dormitorio, el moderno diseño burocrático 'más suave' instala el dormitorio en la sala de juntas, los dependientes de comercio tutean unilateralmente a los clientes, los camareros no te sirven la comida hasta que hayas entablado una relación personal con ellos, los aparatos de grabar mensajes recalcan el 'yo' en 'Lo siento, pero no entiendo lo que ha marcado', y los entusiastas cibernéticos designan con un nombre especialmente inapropiado -'foros públicos'- a unos pedazos de silicona grabada con los que un 'participante' en el foro, sin afeitar y con las piernas cruzadas, puede comunicarse sentado sobre unas sábanas revueltas. ¿El mundo interconectado como una amenaza a la intimidad? Más bien, el feo espectáculo de una intimidad triunfante."

Jonathan Franzen, Cómo estar solo. Seix Barral, Barcelona, 2003, pág 62.

sábado, octubre 28, 2006

Happy When It Rains

and if I tell you something
you take me back to nothing
I'm on the edge of something
you take me back
and I'm happy when it rains

viernes, octubre 27, 2006

Todas las vidas posibles

Primera- Se pararía contra su coche (un auto largo, macho, brillante) mirando las nenas de colegio privado saliendo a la calle. El sol brilla fuerte sobre el mundo, cerca hay un parque lleno de generosas tetonas bronceándose al mediodía. La chicas salen en grupitos, se ríen, tontas-tontas, mandan mensajitos a sus mamás (voy a comer a lo de Flor; me quedo a dormir con Nico; no me esperes hasta las 6 AM), la brisa feliz de primavera juega con sus jumpers y reconstruye los movimientos de las banderas de los clanes escoceses: los mismos kilts que los McDowells. En el bolsillo de su chaqueta tiene mucha droga para las nenas. Promesa de fiesta interminable. Ellas lo perciben y se acercan. Se sube con varias al auto. Ponen rumbo a un lugar secreto, peligroso, cinematográfico.

Segunda- Sería un comandante de una guerrilla de Medio Oriente. Se mira en el espejo retrovisor del auto que serpentea por calles blancas y comprueba su piel morena, el fino bigote arábigo sobre el labio, el pelo negro ensortijado. Por el estéreo sale una música aérea, compleja, voces de mujeres desgarradas. Conduce por calles llenas de niños que juegan con neumáticos semi quemados, que construyen castillos con escombros, que ensayan poses de combate insurreccional. Desde las mezquitas los imanes llaman a la última oración de la tarde. ¿Qué es un terrorista? Alguien con un gran sentido del espectáculo. ¿Qué es un combatiente? Alguien demasiado cansado de esperar. En un sótano un rehén espera ser interrogado.

Tercera- Escribe en silencio largos capítulos de una novela. Su mujer ignora esa tarea nocturna. Sus hijos ignoran esa tarea nocturna. Ayer su hijo le dijo boludo por primera vez. Estuvo todo el día tratando de digerirlo, dándole vueltas a la manera de colocar ese desgarramiento cotidiano en la arquitectura de su novela secreta. Pero es difícil porque su novela no tiene nada que ver con sus hijos, ni con su mujer, ni con su vida diurna. Su novela es la historia de un soldado bígamo con una esposa de cada lado de la línea de combate. Las peripecias que sufre para pasar a un lado y al otro del frente de batalla, cambiarse el uniforme de un país por el del otro, hablar en otro idioma, camuflarse con otra nacionalidad. Todo para poder mantener los dos hogares paralelos. Está llena de apuntes divertidos, risueños, ingenuos. Tras las líneas enemigas, se llama la novela.

miércoles, octubre 25, 2006

Interior/ Exterior

Uno de los primeros libros que leen los estudiantes de sociología es El suicidio de Emile Durkheim. Es un libro raro y, por varios aspectos, bastante notable: la puesta en acto de la aspiraciones de un fundador científico, el tanteo de los límites de una disciplina recién nacida por entonces, el manifiesto audaz de un fanático positivista. Por empezar está el gesto de elegir al suicidio como tema de una investigación sociológica. ¿Existe una conducta más opaca, más velada, más secreta a la comprensión de los demás que la decisión de quitarse la vida? Es un lugar común ante esos episodios la incomprensión y la incredulidad que experimentan las personas más cercanas al suicida. Muchas veces ni siquiera una larga carta de despedida alcanza para aclarar sus interrogantes. Dar una explicación al suicidio desde un punto de vista "colectivo", holista, era y sigue siendo, un gesto arriesgado. Pero justamente en esa dificultad radicaba la prueba que Durkheim quería buscar: si su método y su teoría estaban en lo cierto, entonces esa conducta tan privada, tan personal, tan "psicológica" podría ser comprendida en términos sociales, como producto de determinada relación de fuerzas colectivas, como reacción ante tranformaciones de la "morfología" de la sociedad. Lo psicológico, un reino menor dentro del gran reino de lo social.
Hay otro libro que no leen los estudiantes de sociología, al menos no obligatoriamente. Se llama La imaginación sociológica y fue escrito por Charles Wright Mills, un sociólogo americano de los años 50 y 60. Lo crucial de La imagincación sociológica es la idea de que las vidas humanas son una intersección entre la Biografía y la Historia y que solamente el conocimiento de cómo se da esa influencia entre lo privado y lo público (cómo los cambios de la Gran Historia se infiltran dentro de las paredes de las casas, cómo las macro decisiones tomadas en lugares remotos son integradas a la vida ordinaria de todos los días) solamente ese conocimiento puede aumentar nuestra autonomía y nuestro control sobre nuestras vidas.
Hoy en día, me parece que estas dos muestras de interés por explorar la conjunción individual-social están bastante demodeés. El retorno a la vida privada, la privatización del espacio público, la disolución de las barreras entre lo íntimo y lo colectivo, van configurando un tiempo donde las explicaciones de todo "malestar en la cultura" se ofrecen en términos individualistas.
Depresión, neurosis, falta de iniciativa: etiquetas que se adjuntan sobre las personas para explicar su falta de integración social, sus fracasos, sus incapacidades para lograr"exitosamente" lo que se supone es una buena vida. Así el fracaso para encontrar un buen trabajo puede ser adjudicado a una incapacidad personal, a un fracaso individual para saber "venderse" de manera atractiva; o la fragilidad de los vínculos amorosos puede ser explicado por las neurosis, traumas y fobias que impedirían una "conexión" feliz con los otros seres humanos. Esta sobrecarga de culpas sobre el individuo exclusivamente genera, lógicamente, un mayor malestar y una mayor dificultad para hallar la manera de salir de ese malestar.
Quizá sea hora de dejar de mirar en el individuo y comenzar a buscar las razones en los cambios que está experimentando desde hace décadas el régimen de relaciones sociales. Quizá encontremos respuestas más fértiles si empezamos a poner atención en la manera en que la Historia afecta la Biografía, en cómo cambios aparentemente lejanos o demasiado macro han reconfigurado la manera en que vivimos, de una manera tan profunda e intensa que se hace casi imposible reconocerlos a simple vista. No como una coartada para echarle la culpa a la sociedad por nuestros fracasos, sino como una forma de ajustar la puntería para no confundir la causas con los efectos, para lograr un mayor gobierno de nuestras propias vidas.

lunes, octubre 23, 2006

Carta

En la furia de los días solías llegar tarde a casa. Volvías cuando los vapores del alcohol ya se habían desvanecido y tu cabeza explotaba de ideas geniales que nunca llevaste a la práctica, tan típico de vos eso. Los pájaros de la fisura con sus trinos de mutantes post-nucleares no hacían mella en tu conciencia de que el mundo y la vida podían, y debían, ser otra cosa que lo que te rodeaba. Esa certeza de tesoro escondido, de premio mítico, siempre la tuviste y todavía, algunas noches, vuelve a vos como la llamada lejana de una tribu amenazada convocando a los guerreros hacia el corazón de la oscuridad selvática. Y mejor no hacer el recuento de estos últimos años - lo blanco y lo gris, nunca lo rojo y lo negro, como soñabas cuando a los 17 años lloraste por dos días la muerte de Julian Sorel, tan joven, tan lindo, tan merecedor de todos lo premios del mundo. Porque los recuentos son siempre un listado anodino de peripecias mediocres para quién no las vivió: Tu novia que te dejó herido, no pudiste ver películas por largos meses porque todo lo relacionado con el cine te abría la llaga del desamor. Los amigos que perdiste, algunos ahora en la selva de Ecuador enseñando derechos humanos a los indígenas, luego de las noches compartidas: esas largas caminatas por la ciudad hablando de discos, de poetas muertos por la cirrosis, de posibles itinerarios de mochila buscando la perla en el camino (una vez con él te sacaste una foto remedando la portada de On the Road, vos eras Jack, tu amigo era Neal, esa misma tarde viajaron en una camioneta cargada de frutas de verano y aprendieron palabras en mapuche, días más tarde se pelearon por una boludez y siguieron caminos separados); tu desolación en la facultad, tu incapacidad para hallar un lugar, tu propensión al cinismo estéril, riéndote de los puloveres peruanos (claro, vos escuchabas la Velvet) y de las consignas ortodoxas de los troskos, te parecían delirantes y ridículas, pero ellos formaban una pequeña comunidad y tomaban cerveza en el bar y se reían y hasta había chicas lindas con ellos que subrayaban La revolución permanente, mientras vos pasabas rumbo a casa, solo, sin el anclaje de un grupo tan necesario cuando sos adolescente. Y cuando te preguntaban sobre ese tema sensible solías alardear diciendo que la soledad era una buena maestra que te enseña a poner en perspectiva las cosas realmente importantes, respuesta idiota propia de un monje, de un ermitaño, no de un chico que rezaba en las noches de frío, Dios dame alguien a quien amar, por favor, por favor. Y así sublimabas ese faltante: tu biblioteca fue creciendo, tus cuadernos se llenaron de anotaciones, en tu piel crecía el tatuaje de los parias, la marca de los solitarios involuntarios, el salvoconducto de la cárcel del mundo. Y ahora seguís, tenés que seguir. Creo que aprendiste un par de cosas, hay quien dice que te ve más maduro, quizá sea verdad. Aunque todavía te quiebra esa canción que dice sixteen, clumsy and shy, aunque todavía te reconocés en esa story of my life. Te siguen tirando las canciones tristes, seguís buscando la luz que nunca se apaga, te late que hay una gran verdad en todo eso. Siempre fuiste un sentimental y harías bien en no ocultar esa parte tuya.
Y ahora me despido hasta la próxima, hasta que sea necesario: y no te aferres a la oscuridad y no te fatigues en más paseos por el lado salvaje. Que el sol queme las marcas del pasado; mañana es mejor.
Un abrazo grande.

viernes, octubre 20, 2006

martes, octubre 17, 2006

Peronist Day

El peronismo tiene algo con el cuerpo. No me interesan las interpretaciones freudianas que enlazan el liderazgo político con "el lugar del padre", pero evidentemente la historia del peronismo se solapa con la historia de los cuerpos de Perón y Eva Perón: desde el carisma fundacional de la pareja gobernante al derrotero macabro del cuerpo de Eva, desde ese cáncer que carcomió su cuerpo a la amputación de las manos de Perón en los 80s, llegando a las noticias de estos últimos días (la extracción de muestras de tejido para el ADN a pedido de la supuesta hija del General y, hoy, el traslado de sus restos a San Vicente), el peronismo gira interminablemente sobre la dimensión "corporal" de sus fundadores.
En el contexto de lealtades partidarias cada día más erosionadas, de identidades vaciadas por décadas de políticas (llevadas a cabo por, no tan paradojalmente, gobiernos justicialistas) que se ensañaron en desmontar las bases económicas y sociales que daban sentido a esas identidades, lo único que les queda a las superestructuras partidarias es un regreso a lo esencial: al cuerpo. De ahí la "Operación San Vicente" organizada por lo más retardatario del otrora Movimiento Nacional. Símbolos vaciados de sentido son sacados de sus criptas con la vana ilusión de revitalizar algo del poder que supieron detentar. Es una ley básica de la antropología: los objetos sagrados tienen un poder, un mana, que se trasmite a los sacerdotes que los manipulan. El problema viene cuando de esos objetos sagrados sólo queda la cáscara. Entonces el poder se rutiniza o se disuelve.
A diferencia de Ezeiza, dónde las distintas fracciones del peronismo pugnaban por apropiarse del Líder e imponer sus diversos sentidos del Movimiento, los hechos de hoy muestran más bien una lucha por espacios dentro de la superestructura sindical reconvertida en los años noventa.
A más de 60 años del 17 de octubre, a más de 30 años de la muerte de Perón, el traslado de sus restos a un mausoleo pueden bien servir como ceremonia de fin de ciclo. Es sabido: cuando los objetos sociales son depositados en una vitrina pasan a ser una pieza de museo.

Con una ayudita de los amigos (endogamia, y qué?)

Estos dos últimos rankean alto para convertirse en los posts políticos del año.

viernes, octubre 13, 2006

Las chicas de Sociales se masturban así (II)

"Ruby"

Me enamoré de la chica del spam

we will wade in the shine of the ever
we will wade in the tides of the summer
Pixies

Esos mensajes que ella me enviaba, ¡ay! cómo los disfrutaba.
Una semana contenían publicidad del Mental Health and Broken Hearts Clinic de Saratoga, FL invitándome a suscribir su seguro de salud; a la otra semana llegaban anunciandome con pompa y circunstancia la salida a la bolsa de las acciones de la compañía Cosmetics, Dog Food & Other Nasty Body's Parts Inc. con sede en los exóticos suburbios de Chippinnewa, CA; unos días más tarde bien podía comunicarse conmigo (¡conmigo!) para darme la buena nueva de cierto artefacto fusiforme con la mágica propiedad de alargar mi parte más intima (descarada...) en unas pocas sesiones de uso intensivo. Así llegaban sus mensajes, uno tras otro, sugiriendome estrategias para mejorar mi salud, mi economía, mi sexualidad. ¿Cómo no estarle agradecido? ¿Cómo no caer perdidamente enamorado ante su atención, ante su desinterasada devoción por mi bienestar?
Y su nombre, claro. Mantra lujurioso que pronunciaba por las noches en mi cama. Allison. Sheena. Mary Ann. Louise. Lo-li-taaaaaaa. Velouria, my Velouria. No me importaba nada esos cambios repentinos de nombre. Los tomaba como una exquisita excentricidad: caprichos de una mujer misteriosa que se enhebraban dentro de una estrategia de seducción a distancia, fatalmente efectiva.
Con un poco de paciencia fui desandando el camino que me conduciría hacia ella. Pasé noches interminables chequeando direcciones de empresas, saltando de un castillo a otro, viajando frente a la pantalla por páginas sórdidas, divertidas, banales, repugnantes, sin salida, abandonadas luego de fiestas movidas, páginas en construcción, entrópicas, laberínticas, vacías por entero salvo pequeños detalles ocultos en lo más bajo de su diseño. Todo aquello que ví en mi peripecia estaba justificado: por las líneas enemigas era capaz de aventurarme con tal de conseguir un dato que me llevara a esos dedos que me enviaban los mensajes. Por fin, obtuve un número de teléfono y una dirección. Por fin podría escuchar su voz, el aire de sus pulmones viajaría miles de kilómetros por cables de cobre, ondas magnéticas, fibras silentes enterradas bajo montañas de cadáveres aún vivos.
Me atendió un maldito contestador automático. Los nervios y la mala calidad de la comunicación me impidieron escuchar bien el mensaje de bienvenida. Cuando oí el bip me precipité a contar quién era yo, con quién quería hablar, cúanto la amaba, cúanto me habían emocionado sus mensajes, cúanto deseaba conocerla y hacerla feliz para el resto de nuestra vida en esta tierra. Por favor, llamame, por favor, por favor.
No dormí esperando la mañana, el momento del día en que sus mensajes acostumbraban aparecer. Pero al mediodía no había ningún mensaje en la bandeja de entrada. A las tres de la tarde tampoco. A las cinco ya había consumido tres paquetes de cigarrillos, destruído cuatro vasos (temblaba), golpeado la pared hasta hacer un pequeño agujero. A las 20:47 (inolvidable hora de la vida) un mensaje ingresó a la casilla.
Sobre un fondo de palmeras y mar azul unas letras formaban las palabras: "El Zopilote Hotel Resort". Y más abajo: "Yucatán, México". Y más abajo: "Donde TODO puede suceder". Y más abajo: "No pierda su lugar en el PARAISO". Y debajo de las palmeras, del mar azul, de la chica en bikini rojo y sombrero de paja que de espaldas a la cámara mira el mar, estaba su nuevo nombre: Shareenna.
No salgo mucho de casa, casi nunca en realidad, pero ahora estoy viajando hacia ella. Usaré un sombrero de paja y una noche bajo la luna -mientras en las montañas selváticas los animales se despedazan mutuamente y los hombres y las mujeres del mundo vagan buscando amor- yo voy a encontrarme con ella.

jueves, octubre 12, 2006

Ulises for dummies

Me leí el Ulises de Joyce en cinco minutos. Tú también puedes hacerlo aquí.

sábado, octubre 07, 2006

La poesía aún no desvela al mundo

"Hijos salvajes de Whitman aún durmiendo allí.
despierten y canten al aire libre"
Lawrence Ferlinghetti
todavía bebemos en silencio
haciendo zig zag
sobreviviendo en historias
alquiladas
armando porros sin fumar
mientras perdemos el ómnibus
y vagabundeamos junto al aire
acumulado en nuestras cabezas
el vino nos pone calientes
y el mundo no es un snob alegre
y puede que nuestros hijos se sientan solos
así como nos hemos sentido
este maldito tiempo
y miren adelante sin poesía alguna
teniendo en cuenta que la poesía
adelante es ninguna parte
mientras el día es una inmensa cámara de gas
miles Otros hablan una lengua que ignoramos
por pura comodidad
y estamos al límite del bar
creyendo que la tragedia isabelina
es la nuestra
sabemos lo que dura el eclipse
y bebemos y pensamos entender algo
y somos la catástrofe en párrafos
y el Eros castrado de Marcuse
y la angustia que ulula en la mesa
y Torquemada colgando a Hamlet de las bolas
el hilo de "algún día"
se cuela por la métrica de nuestro aliento
y suda bajo nuestra letanía
sin dejar de oír nuestros leves cuentos
no hay poesía
donde fluye el aire brutal
y salvaje de todo lo que Es
bebemos en silencio
degustando el agrio infortunio
de nuestra carne rancia
Gustavo Ramírez, de cierto inédito llamado Breviario de horas insufribles.

viernes, octubre 06, 2006

Bad, bad people on the right

En otro párrafo de su discurso, la mujer sostuvo que "la sangre derramada no se negocia" y que "ningún soldado pide perdón por haber defendido su patria". Un tramo que fue muy aplaudido por la gente que participó del acto.

¿Alguna hipótesis facilonga acerca de porqué la extrema derecha argentina ha delegado su discurso público en la voz de sus "señoras esposas"? Y por favor, que no sea el verso de que la igualdad de género también llegó a esos sectores...
Como sea, dicen algunas fuentes, que en un momento un bigotado ex general rugió un emotivo: ¡Karina Mugica, presente!

jueves, octubre 05, 2006

Y dale con las transiciones...

Aquello de Eliot, archiconocido, abril es el mes más cruel..., bueno parece que últimamente, las últimas semanas, nos vemos obligados a escribir obituarios (y ni siquiera es abril). La necrológica como género menor del ensayo político.
En su última nota sobrevolaban esos neologismos wainfeldianos que retuercen el lenguaje: "oposición desnortada", "lógica tanática", "Parnaso kirchnerista"... La nota era sobre la desaparición de López y registraba el desconcierto de las altas esferas al respecto, el viento frío que ya no sopla del sur sino desde algún rincón más tenebroso.
Hoy me decían que era un buen tipo, un dandy, un poco mal mirado por su ego considerable. Vaya uno a saber.

miércoles, octubre 04, 2006

MonteKristo

So this is where he came to hide
When he ran from you
In a private detectives overcoat
And dirty dead mans shoes

Elvis Costello,
Man out of time.

Un poco de la prensa de ayer, de hoy, de mañana:

"Estamos pasando por uno de los peores momentos de nuestras vidas". Así comienza la carta abierta que la familia de Jorge Julio López difundió esta noche para dar su versión sobre la desaparición...

Mañana por la tarde la Plaza San Martín será escenario de marchas contrapuestas. Por un lado habrá un homenaje a los muertos por acciones de la guerrilla, y, por otro, una agrupación de izquierda se concentrará a sólo una cuadra para repudiar ese acto...

Terminen lo que nosotros no supimos ni pudimos terminar.” Dice el texto firmado por Reynaldo Benito Bignone y publicado en la página de Internet de “Argentinos para la Memoria Completa”, que convoca al acto de reivindicación del terrorismo de Estado...

Lo mismo sucedió más tarde con la serie de amenazas de tono parecido que fueron recibiendo otros funcionarios de la gobernación y hasta la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto...

El Ministerio de Seguridad bonaerense no pudo identificar aún el cuerpo calcinado y con un balazo en el abdomen que se encontró el pasado 20 de septiembre en la ciudad de Punta Lara, en el marco de la investigación por la desaparición de López...

No sé, Montecristo no la veo más. Así como Resistiré fue la novela de los almost-thirty de la peor época de la crisis, con sus empresarios corruptos y sus chicos de barrio peleando contra fuerzas oscuras e inmanejables, la lectura de Montecristo como discurso para las masas del revival setentista (oh, el zeitgeist otra vez!) me parece demasiado cómoda y apropiada para análisis de intelectuales a la violeta. No es que desconfíe de la capacidad de la televisión para deglutir y apropiarse de los relatos que circulan por el imaginario, algo de eso hay, claro. Pero la idea de cuatro tipos reunidos en un departamento de Las Heras una tarde de verano, tirando ideas para proponerle a Villarruel, y luego de largas horas de sequía mental (las cervezas en la mesita ratona, los ceniceros llenos, los celulares silentes, ese momento nefasto en que nos enfrentamos a la Gran Verdad de lo inútil de los esfuerzos) mirando de casualidad a Carlotto en la tele y bang! se les hizo la luz y ¿por qué no una novela sobre "el pasado"? por qué no una novela que engarce a las 10 de la noche esas imágenes de los últimos años: Bendini subido al banquito, la ESMA ciudad abierta, la doxa inofensiva del relato trágico, la tragedia convertida en historia de amor... Y la máquina empieza a funcionar y en unos meses el canal de la familia, el canal de Tinelli, de Neustadt, de Susana (¿cómo era ese gran subtítulo? "De Perón a Susana, de Montoneros a la CIA") pone en el aire el relato novelesco de las consecuencias de la dictadura. Ganancias dobles, en prestigio moral, en anunciantes.
Pero falta el pathos. Aun para los que creemos en la sinceridad de la política de derechos humanos, aun para los que pensamos que es un imperativo ético y una política adecuada, aun para los que pensamos que los hombres infames habían tenido ya demasiados años de tranquilidad y libertad, aun así el pathos del pasado es algo que no se puede revivir a riesgo de convertirlo en doxa para señoras gordas sensibleras.
Y no es que la historia se repita como farsa después de ser tragedia, cómo dicen ahora algunos noventistas saqueando las palabras de ese alemán ha quien habían enterrado demasiado pronto, es justamente lo contrario, la historia nunca se repite, siempre es diferente: son los intérpretes de la historia quienes a falta de herramientas mejores presumen de su repetición para ahorrarse el trabajo de inventar nuevas formas de comprenderla. Marx y los noventistas estaban equivocados. Pero Marx lo decía en joda, cosa que pocos comprendieron. Todo lo que comienza como tragedia termina en telenovela. No quiero creer eso, realmente.

This is Hardcore

Las conexiones virtuales tienen sus riesgos, ya lo sabemos todos. Para ejemplificarlo nada mejor que leer esta divertida ¿ficcionalización?

(y esa vez que te hiciste pasar por mogólico, interfiriendo y molestando comunicaciones ajenas... estuvo inolvidable)

lunes, octubre 02, 2006

Salud a las armas

Bueno, ¿y qué que Hemingway se haya cargado a 122 nazis en la Segunda Guerra? ¿Acaso la corrección política contemporánea nos va a hacer derramar lágrimas por los rubiecitos hitlerianos caídos bajo los disparos de Papá Hem? Si escribís esto, o esto, o algo así, tenés todo el derecho al final de tu vida a fanfarronear tranquilo tus anécdotas de batalla.

Los amigos que no perdí

Sí, dijo en la entrada del Edén, un cine porno de la avenida Santa Fe. Me voy a escribir una novela, esa novela que llevó incubando desde hace tantos años, abundó ante nuestro desconcierto, ante nuestro cansancio. Bajando las escaleras te alejabas del cielo y te encontrabas con putos viejos tipo Jorge Donn, con pasivas desesperadas por el frío traumático de la ciudad, con mujeres llevadas por sus parejas para ser cogidas de a varios. Y él nos decía que iba a escribir esa novela que todos ya conocíamos de memoria: la mierda esa Rainer, la mierda esa del Nazional, apuntes de una guerra de trincheras que nunca existió. Bueno compañero, le dijimos, vaya nomás que usted tiene pasta de campeón. Nosotros nos quedamos acá, y descendimos al Paraíso.

Tiempo después tuvimos informaciones encontradas sobre su paradero: mails que llegaban desde locutorios del Medio Oeste norteamericano, o de ciertos cubículos que designamos como locutorios a falta de una palabra mejor; cartas mecanografiadas donde las r y las s levitaban por sobre el renglón, con una constancia alucinante; llamadas telefónicas que quedaban guardadas en el contestador y que reproducían bocinas de camiones, perros aullando, discusiones a los gritos en un idioma duro, tan duro como la distancia medida en caminos de alabastro. Duraban menos de cinco segundos y las llamábamos nuestra "Misión Imposible".

Una vez, antes de todo, nos pusimos tan en pedo que terminamos bailando en una bailanta a las cinco de la matina. Bronsom era el rey del agite y se abrazaba a los pocos tipos que quedaban en pie hablándoles sobre peronismo. Él, mientras, perseguía por todo el lugar a una minita que le sacó hasta las últimas monedas: ya morí de espaldas, nena. Los demás mirábamos con disimulo el reloj, ya era tarde y el efecto del alcohol estaba pasando.

La novela nunca existió. O si existió estaba guardada en los archivos de la PC que su madre tiró a la basura una noche de furia. La sinopsis que nos hizo una vez estaba bastante bien, pero le faltaba voluntad, le faltaba disciplina para escribir una novela. Es más fácil enamorarse de la idea de las cosas que enfrentarse a su versión prosaica, deflecada, vilmente material. Ciertas almas harían un gran bien si no descendieran a la tierra. Su excusión por el mundo literario duró lo que una flor siberiana, que es la unica metáfora que se nos ocurre ahora, por eso del contraste entre lo vegetal y el hielo de la tundra. Y encima Buenos Aires es una ciudad tan grande que uno puede pasarse la vida sin encontrar a la persona que busca. Tal vez nos lo cruzamos miles de veces, tal vez nos rozó el hombro sin vernos infinidad de veces, y nosotros acá escribiendo esto como si él ya no estuviera entre nosotros.