lunes, julio 31, 2006

Buenos días, civilización occidental


Escribieron los nombres de los niños muertos en las mortajas de plástico. “Mehdi Hashem, seis años - Qana”, estaba escrito con un marcador en la bolsa en la que yacía el cuerpo del niño. “Hussein al Mohamed, doce años - Qana, Abbas al Shalhoub, un año - Qana.” Y cuando el soldado libanés fue a levantar el pequeño cuerpo de Abbas, éste rebotó sobre su hombro como el niño debería haberlo hecho sobre el hombro de su padre el sábado. En total, 57 cuerpos fueron traídos al hospital público de Tiro y a otras clínicas. 37 eran niños. Cuando se les acabaron las bolsas de plástico, comenzaron a envolver los pequeños cuerpos en alfombras. Sus cabellos estaban teñidos por el polvo y a la mayoría les salía sangre de la nariz.

La nota completa de Robert Fisk, acá.

viernes, julio 28, 2006

Para una ampliación del campo de batalla

Lee las noticias
de una guerra en preparación.

Una vez más americanos,
árabes, socialistas, déspotas,
naciones, razones, amenazas,
esfuerzos diplomáticos, obras
de inteligencia, máquinas
cada vez más perfectas
de disuasión, compras
magnánimas, caos
al servicio del orden y demencia
al servicio de la razón
y el equilibrio
del equilibro de las razones
exteriores y ajenas.

Otra vez, otra guerra.
Otra vez una nueva vez.

“¡Y las veces que nosotros hemos...!”
“¡Y tantas tantas que nosotros habríamos...!”

¿Y si pudiésemos finalmente cómo...?

Ésta es la guerra.
Parte de la guerra: la amenaza
de guerra. La verdad
que revela la guerra
así leída: los tantos muertos
calculables no le interesan al señor.
En más o en menos muertos
la guerra de este mes
es meramente relativa.

Es una mera.
Es nuestra mera mierda contemporánea.

Estupor, estupor.
Aumentarán los combustibles.
Habrá más frío, menos combustión,
menor kilometraje por centavo.
Malo para el comercio.
Pésimo para el turismo.
Para la paz, inocuo,
donde nunca hubo paz.

R.E.F., Ultimos movimientos, Paradiso, 2004.

Después de la tormenta

Y entonces algunas certezas, aparecidas de relumbrón en la noche, como deben aparecer todas las certezas. Buenos Aires de noche con frío y casi vacía, el día siguiente al diluvio que no fue. Mirar el hielo caer y desear con ansia estar afuera: una escena de la Biblia, de Magnolia, como en una canción de los Manic Street Preachers: came washing over me/can't speak, can't think, won't talk, won't talk.

Y era así, nomás: Ibant obscuri sola sub nocte per umbras.

Y algunas grandes verdades también: Buenos Aires es muy susceptible, pero su belleza no se compara con nada, y en su delirio y en su locura me dejo caer mansamente, rendido, para siempre.

martes, julio 25, 2006

Millhouse y chicas hormigas

Daniel Link se sumerge en una fiesta coolta y descubre interesantes mutaciones capilares entre los asistentes. Esas intervenciones de Link, entre chismosas, etnográficas e irrelevantes son las que más disfruto de su blog. ¡Qué suerte que terminó el Mundial! ya no padeceremos con los pectorales y glúteos de los jugadores que Daniel se empecinaba en postear.

viernes, julio 21, 2006

El peor de los tiempos

It was the worst of times, it was the worst of times.
Dickens


El Taco Ralo Restó Bar estaba en Marcelo T. de Alvear entre Uriburu y Azcuénaga. Antes fue una maternidad peronista, después una facultad de ciencias sociales. El viento de la Historia barrió con todo en esta ciudad, como lo ha hecho siempre desde que la infernal máquina se puso a jadear y producir; sus pulmones de carbón impulsaron lo que los antiguos llamaban "capitalismo". Todo lo sólido se desvanece en el aire. La fría noche polar. Yo lo sé bien porqué estudié en esa alta casa de estudios sociológicos. Después crecí y comprendí que al monstruo sólo se lo entiende desde adentro. Aunque en realidad no hay un adentro y un afuera, ese es un discreto engaño, la Historia siempre es una sola. La Historia es una aplanadora. Puse en mis treintas una consultora de empresas. Desarrollo de nuevos productos. Investigación de nuevas tendencias culturales. Invención de símbolos. Cuando las universidades cerraron tuve la visión de miles de jóvenes estudiantes que se quedaban sin ese pálido refugio, sin ese simulacro de comunidad. Las motivaciones podrían haber cambiado, pero algunos símbolos seguían en pie y ese era un capital que no había que desperdiciar. Todo un target de jóvenes embelesados por las viejas luchas, por las viejas fábulas, deseosos de vintage nacional y popular. Una empresa de capitales eslovenos comandada por un ex candidato a presidente de su país casado con una modelo argentina puso la plata necesaria para desarrollar el proyecto. Un amigo gay y una ex novia con PhD en Partisan Studies se encargaron de dotar al lugar de "personalidad". Al bar lo instalamos en el antiguo quinto piso de la facultad. Clausuramos los ascensores para obligar a los clientes a vivir la experiencia antropológica del estudiante de subir a pie los cinco pisos. Tiramos paredes abajo, derrumbamos las viejas estructuras; levantamos, carpinteros, nuevas vigas del tejado. La Historia, señores, es un martillo neumático cantando la canción del progreso universal. Trabajamos los tres solos, con la ocasional ayuda del ex candidato a presidente esloveno y su mujer que venían algunos sábados a montar un surreal picnic (anti) estructuralista. El esloveno nos miraba y decía "son igualitos a los cuáqueros construyendo el granero de Testigo en Peligro". La ética protestante es el secreto de toda empresa próspera.
La inauguración del bar fue un éxito y una sorpresa para todos nosotros. Gente que jamás imaginábamos que nos daría su apoyo se hizo presente en el lugar. Todos parecían fascinados con la estética del bar y hasta algunos deslizaban elogios de corte político. "Esto es una reivindicación de nuestra memoria histórica" me dijo en un aparte Horacio González. José Pablo Feinmann abrazaba al esloveno y le decía que este era el verdadero museo de la memoria. Martín Granovsky nos prometía sin cesar el apoyo de Telam.
La verdad es que la decoración del lugar estaba buena. Al entrar te recibían dos chicas muy lindas que representaban los 60´s y los 70´s: una rubia vestida con minifalda símil Twiggy, una morocha con camisa de bambula y pantalones pata de elefante. Pocas mesas pero grandes, para cuatro personas mínimo, cosa de impedir el individualismo. Una larga barra atendida por un chico cubano escapado de la Isla pero al que obligamos a presentarse como un defensor acérrimo de la Revolución y a dejarse una prolija-desprolija barba. Afiches políticos de los últimos 40 años, algunos inclusive, los que quedaron de rezago tras el cierre de la universidad. Multitud de siglas de agrupaciones barridas por el viento de la, sí, Historia. Llamados heroicos a la solidaridad con los oprimidos. Convocatorias a votar, convocatorias a no votar. Los mozos usaban camperas de fajina, las mozas se repartían entre los overoles azules de grafa, delantales de alfabetizadoras, y pequeñas minifaldas colorinches sostenidas por zapatos de plataforma. Demás está decir que la propina estaba prohibida por vicio pequeñoburgués degradatorio de los trabajadores gastronómicos y mala conciencia de los clientes. El trato era de igual a igual:
- ¿Qué se va a servir, compañero?
- Traigase un Aramburu y algo para picar, compañera.
Porque los tragos llevaban nombres alusivos. Mi amigo gay se pasó dos semanas leyendo La Voluntad para armar el menú. "Quedé extenuado, no paso por algo igual en toda mi puta vida" me dijo cuando terminó. Y entonces algunos eran:
- Aramburu: trago fuerte a base de Cinzano, granadina y vodka. Sólo para jóvenes muy jóvenes sin nada que perder.
- Allende: pisco y cierto ingrediente que nunca pude averiguar.
- Evita Capitana: ideal para quedar bien con una chica, suave, dulce, pero con efecto letal retardado. Las desata, se vuelven combativas y tiernas a la vez. ¿No lo probaste todavía?
- Isabelita: el opuesto exacto. Para ahuyentar ese escracho que no te podés quitar de encima.
- Danny le Rouge: usualmente sólo cognac. Para los iniciados podía ser también ajenjo, coloreado de rojo, claro.
- Menotti: licor de anís.
- Pernía: licor de huevo.
- Raúl Castro: (no queríamos caer en la grasada poco original de llamarlo Fidel, o Che, o Cienfuegos) mojito a la Hemingway. Para men without women.
- Luche y Vuelve: vino de Rioja, lo traían desde Madrid todas las semanas en avión. Idea del esloveno.
- Cristianismo y Revolución: agua mineral sin gas.
- Levingston: nadie, nadie, pidió nunca un Levingston, ¿ok?
- Absolut Politburó: la conocida marca de vodka.
- Romero Brest: para chicas arty.
Entre las mesas se juntaba lo mejor de las dos generaciones. El clima de peña, de unidad básica previa proyección de La Hora de los hornos era compensado por la elegancia de algunos jóvenes cultos que glosaban Adorno&Horkheimer mientras cotilleaban precios de chalinas italianas. Lucas Rubinich contaba anécdotas de travestis ruteros. Emilio de Ipola tomaba agua mineral y comía un pancito con hierbas de Aix-en-Provence. Portantiero relanzaba en un impulso lírico el Club de Cultura Socialista ante la mirada horrorizada de Abal Medina Junior. Eduardo Rinesi lloraba de risa de una chica francesa que había venido a hacer una tesis sobre nuevos movimientos sociales. Las risas de Rinesi eran contagiosas, por cierto. Jorge Lanata trataba de explicarle a un pibe de unos 16 años que coño había sido Página/12. Rafael Bielsa versificaba sobre la marcha una oda al Paraná que le debía muchísimo a Saint-John Perse. David Viñas puteaba a un mozo, después a una mesera, después al esloveno, después se abrazaba con todos y les decía al oído "que los perdonaba". Christian Ferrer pintaba una A de anarquía sobre un viejo afiche de Oscar Alende. ¿O era una A de Alende?
Las copas pasaban de mesa en mesa, los viejos camaradas celebraban haber encontrado por fin un buen meeting point donde rememorar viejas épocas "y, por qué no, planear nuevas estrategias de unificación del campo popular en estos tiempos salvajes que corren". Todos estaban tan felices. Todo era tan triste. Hubiese querido ponerme a bailar un suave valsecito peruano en medio de todos ellos.
Me fui discretamente hacia una de las ventanas y miré la noche de Buenos Aires virando del negro muerte al malva virginal del nuevo día. Amanecía pero las voces seguían rugiendo. Era como la escena final de Los muertos de Joyce, pero sin nieve, pero sin nostalgia, pero sin las heladas aguas sediciosas de Shannon, pero con muertos, sí, con muertos.
-Beatriz Sarlo y Noé Jitrik me acaban de preguntar cuándo ponemos algo así en Filosofía y Letras -me dijo el gay.
-El esloveno decide.
-Tengo el nombre. Se me acaba de ocurrir. Genial.
- A ver...
- Bar - thes.
-¿Barthes?
- No, boludo, Bar guión thes: Bar - thes. Barthes.
- Bar - thes.
- Barthes.
Afuera salía el sol. Lo sólido no se había desvanecido todavía en el aire. La fría noche polar no había llegado aún. Al llegar a casa vomité el Aramburu. En el futuro sólo agua mineral para mí.

miércoles, julio 19, 2006

Allá en la frontera, donde empieza el Desierto (2667)

"... esa ciudad parece pujante, parece progresar de alguna manera, pero lo mejor que podrían hacer es salir una noche al desierto y cruzar la frontera, todos sin excepción, todos, todos."

El horror, el horror. Eso decía Marlon Brando luego de su encuentro con Martin Sheen en la selva vietnamita de Apocalypse Now. Hay lugares sobre esta tierra donde el horror sale de las mentes y las fantasías y se apodera de los cuerpos y las cosas. Lugares dados a la concentración de altas dosis de horror. Las guerras y las pestes pueden ser catalizadores de horror, eventos más o menos inesperados que arrasan una población, que la vuelven ceniza, cementerio. Pero las guerras y las pestes son hechos finitos, tienen un inicio y un final, tienen responsables a los que culpar por la matanza, ya sean ejércitos o microbios. En otras ocasiones, y esto es lo más espeluznante, el horror se apodera de una población desde adentro. Está ahí, agazapado, escondido, esperando a sus víctimas. No viene desde fuera, yace en las raíces más profundas de la vida social. Nadie sabe cuando empezó, nadie sabe quién fue la primera víctima. El horror se vuelve parte del paisaje, un elemento más a tener en cuenta: un monstruo que hiberna en las profundidades y que cada tanto sale de su letargo para cobrarse su libra de carne. Un horror metafísico y, al mismo tiempo, profundamente carnal.
Ciudad Juárez, México. Más de 500 mujeres asesinadas de las más diversas maneras en los últimos diez años. Más de 4000 desaparecidas tragadas por la arena del desierto. Números estimativos tanto por la impericia policial como por la incertidumbre que rodea todo el asunto. Nadie sabe cuál fue la primera víctima, nadie sabe cuándo. Podría suponerse la hipótesis nada descabellada de que siempre ocurrió, de que el horror siempre estuvo allí, desde el principio, tan inmutable y atemporal como las montañas, como las piedras que componen las montañas.
Películas snuff, prostitución, violencia doméstica, violaciones, asesinos seriales. Sospechas nunca comprobadas fehacientemente pero que dan una idea de como el imaginario de una población puede ser tomado prisionero por las más diversas variaciones del horror. Un catálogo completo de las atrocidades. El pueblo de fantasmas de Rulfo convertido en el pueblo de asesinos de Bolaño.

martes, julio 11, 2006

Apágate ya, diamante loco

Me sorprendió la muerte de Syd Barrett. Era uno de esos personajes que eligieron, libre o forzadamente, la reclusión, la huída del mundo. Algún día nos sorprenderá la misma noticia con referencia a Salinger o a Bobby Fisher: personajes eternamente clavados a los momentos de fulgor en que compartieron su genialidad con el mundo, eternamente jóvenes y todopoderosos. Los más débiles entre los débiles.
Lo escuché por primera vez en el viejo departamento del poeta perdido. Sobre la Avenida Santa Fe en largas noches en vela, un grupo minúsculo de adolescentes escuchaba la discografía completa de Pink Floyd y, cómo no, los sonidos delirantes y conmovedores que exhalaba The Piper at the Gates of Dawn y A Saucerful of Secrets, los dos discos de Barrett con Pink Floyd.
Vivía desde hace 35 años en el sótano de la casa de su madre en Cambridge. Según se dice, sus últimas pasiones fueron la pintura y la jardinería. Las pocas fotos que registran ese período de su vida lo muestran con la cabeza completamente afeitada, al igual que las cejas.
Podemos, no sin cierto pudor, imaginarlo en su sótano, perdido en los trazos de sus dibujos; la mente corriendo el espeso velo de la locura hasta chocarse con las paredes de su habitación bunker; melodías distorsionadas para siempre; figuritas del Daily Mirror recortadas en un album infantil.
Apágate ya, diamante loco. El brillo fue demasiado intenso.

viernes, julio 07, 2006

Máximas de la fecha

"Hacer una literatura escrita por no-escritores y leída por no-lectores"
"Publicar en soportes inverósimiles e insoportables"
"Arder y que otro apague el fuego"

"Nota para suplemento cultural se ofrece"

(John Holmes)

Escritor legendario, personaje siempre polémico, autor de una obra que recorre los últimos 30 años de historia argentina, Fogwill (que ha hecho de se apellido una marca registrada según las tácticas del marketing) acaba de reeditar, a más de veinte años de su aparición, Los pichiciegos, una de las pocas novelas que se animan a meterse con ese oscuro y delirante suceso llamado "guerra de Malvinas". En una mesa de un bar de Palermo, mientras los autos dejan sus estelas fosforescentes en el atardecer porteño, mantuvimos con él la siguiente entrevista.

Periodista: Hay toda una leyenda Fogwill dando vueltas por el campo literario argentino. ¿Qué representa para vos ser considerado por los más jóvenes como un referente de la narrativa argentina?, pienso en nombres de jóvenes escritores como xxxx, xxxx, o, tal vez, xxxx...
Fogwill: Chupame la pijita arrugada.
P: Claro, era a eso a lo que iba. Un poco es la postura de Lamborghini, ¿no? una tradición que se puede rastrear en cosas de Mansilla, de Soiza Reilly, de Julián Martel, por qué no...
F: Chupame la pijita arrugada.
P: El otro día leía una nota que escribiste en El Porteño, creo que en 1984, donde hablabas de como el alfonsinismo fracasaba irremediablemente al intentar crear discursos y narrativas que aparentemente eran "modernas" para la Argentina, pero que estaban ya agotadas hace tiempo en Europa: la socialdemocracia, Willy Brandt, esa cosa weberiana mal entendida...
F: Chupame la pijita arrugada.
P: En ese sentido, ¿para qué reeditar Los Pichiciegos?
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Ese cuento en especial de Muchacha Punk tiene una atmósfera muy pesada, premonitoria diría, pensando que fue escrito en... ¿cuándo? ¿1975, 74?
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Tenés razón, no lo había visto por ese lado...
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Eso fue el menemismo en pocas palabras.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Y hay otra faceta que me interesa: tu obsesión por las marcas, por los lugares, por la "topografía" de la ciudad, por los hábitos de consumo, el vestuario, los gustos, esos sistemas de "distinción" como diría Bourdieu.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Sí, obvio, claro, me acordaba de la descripción del casino en La experiencia sensible, las derivas de la pequeña burguesía, ese juego permanente con lo autobiográfico que siempre fue muy marcado en tu literatura, todo un aspecto muy poco explorado en la literatura argentina.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: En Los Pichiciegos se puede leer como una contraficción: una ficción sobre un hecho bélico que perfectamente entraría en los cánones de la ficción. Y ese poder contraficcional opera como verdadero develador de la guerra: los pichis como outputs lógicos de ese sistema bélico. Al mismo tiempo la guerra aparece como un eslabón más de la larga cadena que construís en tu obra, la larga cadena de los sistemas de relacionamiento humanos: el sexo, el dinero, el lenguaje.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Alan Pauls dijo recientemente que vos... (interrumpe)
F: Chupame la pijita arrugada.
P: ¿Es posible esperar otras reediciones de obras de Fogwill, hoy inhallables? Y en este sentido, ¿cómo te relacionas con las editoriales "jóvenes" que están creciendo en Buenos Aires?
F: Chupame
P: ¿Podemos hablar de nuevos públicos en Argentina post 2001?
F: la
P: Nunca pude conseguir Mis Muertos Punks...
F: Pijita.
P: Se me termina el cassette, Fogwill...
F: Arrugada.
P: Gracias por la entrevista, hasta la próxima.

El resto es silencio.

I'll never be anybody's hero now

Ahora que termina el Mundial (pase lo que pase en la final, La France ha logrado conquistar mi corazón) intentaremos levantarnos del nivel subterráneo al que ha caído este blog. Volveremos a los viejos conocidos que pululaban por aquí, nos aplicaremos disciplinadamente a la condena de las letras, robaremos a mano armada, dejaremos un tendal de cadáveres plagiados, incurriremos en las más notables injurias y calumnias con tal de ver la barrita del shinystat erectarse como en viejas épocas. Vamos a fracasar, quiero que lo sepan. Una y otra vez. Guerrilleros módicos detrás de teclados blancos. Espejismos de bits jugando a los disfraces. Extras de una película nunca estrenada: esa película que el director tenía en la cabeza cinco minutos antes que el rush de cocaína lo desvaneciera en el frío piso del baño del hotel. Rainer quizá aperezca de nuevo con otras historias. Aunque los rumores maliciosos han cantado su muerte en un prostíbulo de Nevada mientras intentaba reconstruir el asesinato de Oscar Ringo Bonavena.
Mientras tanto canto "More Than This" de los Roxy Music y me doy cuenta que tengo peor voz que Bill Murray borracho en Lost in Translation. Si entendiera que mierda es un podcast me gustaría que me escucharan.

martes, julio 04, 2006

La injusticia del mundo

Sí: Italia está en la final del Mundial. Basta leer los diarios italianos para tener una idea de los que el futbol representa para los italianos: a la verguenza del "cattenacio" ahora se le suman los sobornos y los partidos arreglados. El equipo de José está en casa y los mafiosi en la final. No hay ni una pizca de justicia en todo esto.

lunes, julio 03, 2006

La batalla de Berlín (o algo así)

Ya pasaron tres días de la (casi) hazaña de Berlín y las aves de rapiña de siempre revolotean sobre la carroña. El siniestro narigón usa sus programas para postularse, los periodistas del ala derecha (¿es necesario nombrarlos?) candidatean a mediocres ex futbolistas del 86/90 con la excusa de "delvolver la mística ganadora", la danza de siempre... Nuevamente el pensamiento mágico que supone que colocando al frente de la selección a quienes levantaron la copa hace 20 años ese "maná", ese carisma, volverá a rendir frutos. La historia no se repite, y si se repite es como copia farsesca. No es necesario citar las célebres palabras del filósofo alemán.
Quiero decir algo sencillo: el éxito mayor de esta selección es tener un técnico como Pekerman. En un mundo tan mafioso, tan lleno de chantas y vagos como el mundo futbolístico, un DT como Pekerman es un lujo. Es suyo el mérito de haber "limpiado" a tipos conflictivos como Verón, es suyo el mérito de haber formado una selección de debutantes, un grupo unido y sin estridencias. Recuerden las gorritas del 94, recuerden Saint Etienne en el 98. La derrota no tiene padres, y está bien que así sea. Es difícil admitir que la línea que separa el triunfo de la derrota puede ser tan delgada como un penal mal pateado o una lesión en el momento menos oportuno. Accidentes, azares, circunstancias imprevistas: todas esas cosas que nos negamos a admitir, que no entran en los planes, que preferimos reducir a la marginal, pero que acontecen y determinan el rumbo final de las construcciones humanas. Marianito Grondona citaría aquí el famoso pasaje de El Príncipe de Maquiavelo: el destino de los hombres es mitad fortuna y mitad virtud. Yo no me voy a rebajar a tanto.
Ahora, desde afuera de Alemania, sólo nos queda el deseo: que no ganen ni los italianos ni los alemanes. Vamo' Francia en el Mundial!