jueves, mayo 31, 2007

No estaría bueno

Ok, empecemos diciendo que es inútil despertar los fuegos de una pasión extinguida. No vamos, porque es imposible, a convertir la elección del domingo en una épica batalla contra el fantasma del neoliberalismo. La épica política es un género que disfruto, pero acá en la Ciudad de Buenos Aires, los corazones están más bien enfriados. Igualmente tengo miedo. Las lecturas de estos posts, sólidos, bien fundamentados, mentan con insistencia la alta probabilidad de que Macri gane la jefatura de gobierno. También, y eso es lo más interesante, ponen en palabras la sensación del enorme despilfarro de capital político y oportunidades de cambio que representaron los últimos dos gobiernos porteños. Con el PBI per cápita más abultado del país (por lejos) y el presupuesto por habitante más elevado, las administraciones porteñas se han dedicado los últimos 7 años al maquillaje y la publicidad, a instrumentar políticas tenues dirigidas exclusivamente a sectores de la población ya favorecidos y protegidos económica y socialmente. La ficción de Buenos Aires como isla civilizatoria y europea enclavada en el corazón del desierto sigue siendo un paradigma instalado en las mentes de los "progresistas blancos", aún 150 años después del Facundo. Los datos duros recolectados por el golpeado INDEC y la propia observación que cualquiera que cruce la Avenida Rivadavia (o Córdoba, o Santa Fe, ya no sé) puede realizar, desmiente desoladoramente esta fantasía narcisista del porteño medio.
¿Cómo explicar que la ciudad que recauda miles de millones de pesos en impuestos, la ciudad donde están radicadas las sedes y propiedades de las mayores empresas del país, la ciudad donde el metro cuadrado cotiza a niveles astronómicos, no haya podido implementar en 7 años de gobiernos progresistas políticas de promoción y seguridad social que saquen de la miseria a miles de ciudadanos? ¿Cómo explicar que el progresismo no haya llevado a la práctica las experiencias socialdemócratas que tanto gusta de admirar en sus pegrinaciones por Barcelona y París? Está bien, son otras escalas. Pero la conclusión de estos 7 años es que definitivamente esta ciudad no es más igualitaria, ni más homogénea ni está más integrada que al comienzo del período. No vamos a entrar en detalles, pero los leitmotivs de la centroizquierda son justamente los que mayores muestras de deterioro presentan. Las escuelas públicas han sido abandonadas en masa por la clase media, los hospitales estatales son dignos cuentos kafkianos, el transporte público bordea el colapso por culpa de la inexistente intervención estatal que lo ha abandonado a la anarquía del mercado, la posibilidad de acceder a la propiedad de una vivienda para una familia clasemediera (ni hablemos de los sectores por debajo de la línea de pobreza) se presenta como una utopía más irrealizable aún que la toma del Palacio de Invierno.
Bourdieu decía aquello de las dos manos del Estado: la derecha que garantiza la reproducción ampliada del capital; y la izquierda que instrumenta políticas para evitar que esa misma reproducción del capital termine por desintegrar la sociedad. Un equilibrio que se llama Estado de Bienestar. Por acción o por ineptitud, en Buenos Aires está más que claro cual de las dos manos es más larga y más poderosa.
Entonces, ¿a preparase para la tan esperada retournée de los 90s? Sin duda que no será para mejor, sin duda que harán lo que todos pensamos que quieren hacer (esa sonrisa babeante de Macri, la sonrisita del que se prepara para comer un banquete). Pero no soy de los que creen en el cuanto peor, mejor. Lo que se juega el domingo no es, realmente, un cambio de modelo de ciudad, es más bien, el fracaso del progresismo pour la galerie porteño.

lunes, mayo 28, 2007

Nosotros, los whitmanianos

"…la propia voz de la vida como la escuchó /Walt Whitman/ una risa suave salvaje/ (que aún debe ser liberada/ del procesador de palabras/ de la mente/ Y yo soy el cronista de un periódico/ de algún otro planeta/ que ha sido enviado a describir la vida/ en el planeta tierra/ a contar las historias/ de qué Cuándo Dónde Cómo y Por qué…"

Ferlinghetti, traducción E. Moore.

viernes, mayo 25, 2007

¿Hay una historia?

Esa es la primera línea de Respiración artificial de Piglia. Una interrogación sobre la posibilidad de estructurar un relato. Una duda sobre la existencia de sentido en la sucesión múltiple de hechos que nos anteceden, rodean y suceden. ¿Hay una historia? No sé. Hay hechos y sentidos y lo que se llama historia es el relato que surge al combinarlos de distintas maneras.
Una historia empieza hace 197 años un día 25 de mayo. Otra -más breve, más furiosa, más encantada- empieza hace 34, también un 25 de mayo. Otra más, por último, empieza hace cuatro años, y es la única que me tocó presenciar en vida. ¿Puede la historia escribirse mientras sucede? ¿O hay que dejar que el pasado fosilice los sucesos para comenzar a levantar la pluma?
La última de las historias, la del período iniciado hace hoy cuatro años, es la que más me interesa. Por motivos vitales, se entiende. Horacio González escribe hoy que la esencia de este período radica en la diferencia. Una línea más o menos angosta que sirve de contraste con el pasado reciente, con los oscuros noventas, con el 2001. Una diferencia que Kirchner marcó a fuego en sus primero meses y que luego fue rutinizándose con el correr del tiempo. Kirchner como un ejemplo de hombre solitario que decide hacer justicia.
Pero esa diferencia no alcanza a conformar un relato, apenas alcanza para dibujar las características personales de un carisma. No parece formar parte de un todo más amplio que sostenga un proyecto, una narrativa, una historia. Hace falta algo más, a pesar de lo justo de esa diferencia con el pasado neoliberal, a pesar de lo necesaria que era y sigue siendo.

miércoles, mayo 23, 2007

Ideas de campaña

La seguridad, esa eterna cuestión que deja boqueando a los progresistas. Pero sucede que es una cuestión tramposa desde el vamos, un terreno al que los progresistas deberían negarse a ser arreados en lugar de intentar malabarismos que finalmente terminan en esperpentos tipo "guardia urbana" o cursos de derechos humanos en la Escuela Ramón Falcón (¡cursos de DD.HH. en la Ramón Falcón! el colmo de la ironía, al menos cámbienle el nombre, please).
Una vez unos dirigentes del Frente Grande le criticaron a Chacho Alvarez (ok, risas) que no incluyera más discursos sobre el tema "seguridad".
- No podemos regalarle la bandera de la seguridad a la derecha -le dijeron.
- Es que la seguridad ES una bandera de la derecha.

Creo que tenía razón en eso.

Tres hipótesis para el General (el restorán de la Avenida Belgrano)

El gorilismo atávico de los porteños parece acercarse a su fin. Cuatro de los cinco principales candidatos a jefe de gobierno se reconocen como peronistas, y el restante - mauri- es un ejemplo concreto del menemismo reconvertido-residual-semi arrepentido. Agrupaciones y cuadros peronistas se encuentran revistiendo en las filas de los tres candidatos con chances ciertas de ganar la elección. Uno podría pensar en tres hipótesis que expliquen este fenómeno:

a) luego de largas décadas de votar por opciones "republicanas" y "prolijitas" (la excepción sería Erman González en plena orgía menemista) los porteños habrían aceptado la inevitabilidad del "hecho maldito". Un giro pragmático y resignado, porque al fin y al cabo si votaron a Martha Mercader, a Graciela, a De la Rúa, qué mal puede haber en votar a los "muchachós"...
b) El peronismo ya no es un catch-all party. El peronismo ha recorrido el camino inverso y se ha desplegado por todos los espacios con su capacidad rizomática de ser y no ser al mismo tiempo, de estar dentro y fuera, de llenarse con cualquier significado y adoptar distintas formas. No un partido que en su seno contiene todo el arco ideológico, sino un partido que se subdivide en distintas vertientes que cubren todo el arco político.
c) el peronismo tal como se lo entendía ya no existe. Ha pasado a ser una denominación, un pasado recorrido por distinta gente, una contraseña a invocar en determinados ámbitos y a callar en otros. Un guiño. Si tal como dice Telerman en el reportaje que le hizo Fontevecchia en Perfil, "ser peronista no representa nada en términos partidarios" sino más bien, "una opción no por los más pobres sino por la cultura plebeya". Salvo Tradición, Familia y Propiedad de los Beccar Varela (quiero creer...) cualquier opción - en una sociedad de masas- podría reclamar esa denominación.

Todo esto a cuento no tanto de los devenires del Movimiento Nacional sino más bien, de la intriga y la confusión que me producen los rumores sobre la intención de Kirchner de dedicarse a construir un frente de centroizquierda que reordene a "la europea" el esquema de partidos argentinos. Porque si hay un elemento refractario en la historia política argentina ese es, justamente, el dualismo izquierda-derecha. Dicotomía siempre abortada frente al surgimiento de movimientos que reclamaban para sí la representación de la nación in toto. El cartesianismo de la división izquierda - derecha siempre perdió por goleada ante el empirismo de los conglomerados más inspirados en lo "real" que en los cielos teóricos.
Supongo que si el kirchnerismo quisiera iniciar ese camino debería primero comenzar a marcar el terreno en cuestiones concretas, en cuestiones que sean verdaderos clivajes que dividan el espacio entre "unos" y "otros". Delinear una agenda de centroizquierda en temas como derechos humanos, salud reproductiva, medio ambiente, intervención del estado en la economía, reforma impositiva, políticas sociales universales, democratización de la educación, acceso a la vivienda, etc. Una lista no infinita, pero sí determinante para saber de una vez quienes están adentro y quienes están afuera.

lunes, mayo 21, 2007

Un artista del hambre


como en el cuento del tuberculoso praguense.

Wirtschaft und Gesellschaft

El mejor regalo, por cierto. No por sus 1200 páginas de demencial exploración de las formas de vida, de los callejones sin salida del mundo moderno, de los engranajes furibundos de las maquinarias de la noche... sino más bien por la historia y el gesto detrás de ese regalo.
Economía y Sociedad, sé practicamente nada de esas cosas, pero espero seguir aprendiendo.

martes, mayo 15, 2007

¿Qué sé?

"Sé que una vida sin consecuencias no es una vida. También que si se quiere hacer algo difícil, algo de verdad, no se puede esquivarle el bulto al dolor. Lo que aprendí en esa época de Ed y Moscú, de Gabe King, Justine Townsend y todos los otros que me enseñaron a escalar roca, saltar edificios o mantenerme bien en pie en un pozo oscuro de agua helada sesenta metros bajo tierra, fue que nadie se enchufa y en el acto es una estrella. Hay que entrenar. Hay que seguir fortaleciendo los dedos hasta que se hinchen los tendones."
M. J. Harrison, Preparativos de viaje.

Bien al Sur, nuestro destino sudamericano

Si no tienen plata para comprarse los journals de Adolfito Bioy, bien pueden darse una vuelta por acá. El nivel de maldad es parecido, el enfoque un tanto diferente...

sábado, mayo 12, 2007

Postmodern Society

Cuántos kilogramos engordó Marianela? Eh? Cuántos, cuántos?
La ciudad invernal se vuelve ensimismada.
Como en los malos westerns, pasan bolas de espino por las calles de nuestro páramo político.

Filosofía y espíritu de la época

Theodor Adorno está sentado en el sofá de su casa mirando la final de Gran Hermano. Sobre la pantalla del televisor de 14 pulgadas made in China, Mariano Peluffo parece más gordo de lo que es y ocupa, digamos, dos buenos tercios del cristal. Adorno tiene la boca semiabierta y está inmóvil, el control remoto reposa sobre su pantalón de corderoy gastado y con pitucones deshilachados. En sus ojitos alemanes -han visto los desfiles marciales del Reich por los bulevares de Berlín, han visto cómo el agua chocaba contra el Brooklyn Bridge en los años de exilio- Jorge Rial se refleja como un espectro de inagotable energía. Adorno parece muerto, o congelado, o extático. Tiene el rictus del científico demente a quien su criatura acaba de asesinar en un rapto de rebelión. La única luz de la casa es la pantalla. Es también el único sonido. Afuera comienza a hacer un intenso frío.

*

Karl Marx desnudo en la cama de un telo. A su lado su mucama, también en bolas, enciende la televisión y pone a Marcelo Tinelli. Unos indigentes bailan la última danza de la Tierra. Algo como una polka, pero también podría ser una cumbia o un chamamé. La chica se entusiasma y le dice ¿puedo ver esto papi? Karl Marx odia con todo su corazón ese programa. Odia aún más a su vociferante conductor. Pero qué mierda, está loco por la nena, se está poniendo viejo y haría cualquier cosa por ella. Negrita de mi corazón.

*

Michel Foucault siente un irreprimible deseo de escribir malas palabras sobre la pelada de Jorge Telerman en los afiches de la calle. ¿Tendrá Sindrome de Tourette? A veces no lo aguanta más, se levanta a las tres de la mañana, se pone un sobretodo y una bufanda y busca una calle oscura. Escribe: Chupame la pija, hijo de puta. Lavame sucio. Cabeza de poronga. Más aliviado regresa a su casa, a intentar dormir. También puede dar largos paseos por las plazas vacías, restregándose las manos, culpándose a sí mismo por ser tan débil, recordando su infancia en los Pirineos. Muchachos cargando fardos de heno, jugando al costado de los caminos rurales, trenzados en simulacros de lucha, rodando por la hierba. ¿Qué fue de todos ellos? ¿Dónde están ahora? Quisiera ser chico otra vez.

lunes, mayo 07, 2007

El asesino del corazón de neón

Fifty percent of my dreams are about not wanting to jump into moving water. Hard to know if it’s a neurosis or a survival characteristic. When they learn you’ve been a climber people often claim to have a phobia about heights. I always reply, “Good strong genes then?” Reviewing: Chuck Palahniuk, Rant. Drinking: Finlandia cranberry flavoured vodka, smooth.

M. John Harrison tiene blog.

domingo, mayo 06, 2007

El nombre

Y ella dice: nunca vas a entender lo que sentí ese día. Pero fue una noche, querida, amor, y yo creo que sí lo entendí, creo que si pude enteder como pocas veces pude enteder algo. Pero no digo eso sino que me quedo parado en medio de la sala, de la sala de la casa prestada donde pasamos el verano y cuyo piso de madera oscura es cruzada oblicuamente por unos rayos de sol cansados, agotados, que se estiran por la ventana como diciendo "este es nuestro último esfuerzo, después vendrá la noche y no sabemos bien si volveremos así que podrías mostrarnos un poco más de interés, por favor, por favor". En vez de decirlo me quedo mirando su espalda -ella me da la espalda- y el contorno de su pelo donde unos cabellos parecen erizados como antenas rotas apuntando hacia cualquier dirección. Esas antenas chiquitas que no logran trasmitirme nada más que su mantra repetido: nunca vas a entender lo que sentí esa noche -aunque sé muy bien, lo sé mejor que ninguna otra cosa, que no fue un día sino una noche. Una noche cargada con el vértigo de un acontecimiento inesperado, con el ir y venir desesperado por todas las habitaciones de la casa -del baño a nuestra habitación, otra vez al baño donde ella estaba inmóvil, largos trancos hacia el teléfono, llamadas equivocadas por la torpeza de mis dedos, el salir corriendo de nuestra casa, el mundo exterior detenido, avanzando tan lentamente, afuera la normalidad parecía moverse en cámara lenta en comparación con nuestra urgencia, con nuestra emergencia, y en el taxi el único recuerdo táctil de esa noche, su vientre parecía lleno todavía.
Cuando ella se duerme salgo al jardín de la casa. Detrás de los límites de nuestro hogar prestado la ciudad está hundida en el silencio que sucede a la vuelta de las familias de la playa y que antecede a sus excursiones nocturnas: baños sobre la piel quemada por el sol, desorden de ropas sobre las camas, los niños cansados remolonean y se ponen de mal humor, libros cerrados con partículas de arena entre las páginas: entre una escena de sexo y una despedida, entre la resolución de un enigma y la cárcel para el culpable, entre un recuerdo de infacia y el desenlace de una vida aventurera: pequeños, olvidados, granos de arena de playa.
Me siento en una silla de jardín debajo de un árbol alto y sobre mí aparece la luna. Mi esposa duerme la injusticia del mundo, las fallas del cuerpo, la aspereza de lo no dado, la ruina de las esperanzas. No necesito mirar la luna para saber lo me recuerda. Pálida, con una luz prestada por su padre el Sol: flota con el brillo apagado de un pequeño embrión de hombre.
Y en voz baja pronuncio el nombre de mi hijo no nacido.

viernes, mayo 04, 2007

Duhalde

"Yo vi el programa de Mariano Grondona". Podría ser el título de una novela de un Aira politizado. El programa, quiero decir, donde el reposado y sabio Hombre que Sufrió -A Diferencia de Muchos- el Poder, desgranó sus perspectivas y diagnósticos sobre la política nacional y latinoamericana.
Hay toda una ambiguedad con Duhalde. Su paso por el poder no actuó como cristalizador de su perfil político sino, por el contrario, disparó nuevas interpretaciones, contradictorias, sobre su figura. A diferencia de Menem o De la Rúa que abandonaron el poder con un estigma muy claro (chorro, inútil, una combinación de ambas), frente a Duhalde no queda clara qué posición sostener. ¿Un caudillo del conurbano que manejó más que aceptablemente la crisis? ¿estadista forjado en el lento fuego del barro suburbano que esperó pacientemente su gran oportunidad histórica? ¿Suerte de Pellegrini, de Piloto de Tormentas, que reencauzó el sistema a sus lechos habituales, que llevó de la mano al decembrismo hacia La Normalidad? Otra vez la gran pregunta: cuánto hubo de ruptura en esos años, cuánto de continuidad.
Lo cierto es que la figura de Duhalde ha quedado medio oculta en el relato histórico mainstream: se pasa del helicóptero de De la Rúa a la asunción de Kirchner sin escalas. Tal vez algo de los malos recuerdos de esos años intermedios impide detenerse un poco más en aquella presidencia transitoria. Quedan por supuesto, los grandes mojones que explican el proceso: el Plan Jefes y Jefas, Kosteki y Santillán, Lavagna. Pero el duhaldismo, que podría reclamar parte de la herencia de haber conducido la transición y plantearse como alternativa, ha desaparecido, y Duhalde mismo ha optado por el lugar semi oculto de político retirado.
Tal vez se esté guardando, como dice Martín, esperando el reflujo de la marea coyuntural, protegido en el peñasco duro del peronismo ortodoxo, ese que sobrevive -aparentemente- siempre.

Qué gran idea Mauricio

Y siguiendo con lo de abajo, ¿cómo no recordar aquella campaña de PRO (¿2003, 2005?) donde los afiches traían consignas tipo: "Para que cuando nuestros hijos vayan a bailar vuelvan bailando. Eso es Pro".
Imagínense la utopía macrista de una ciudad con conchetitos danzando a las 7 de la mañana, saltando con sus chombitas rosas los baldazos de los porteros, los atados de diarios apilados en los kioscos... perfectamente felices, cuidados, protegidos...
Me daban ganas de empezar a militar en el PTS del Chipi Castillo.

Diga la verdad:

¿No tiene ganas de mutilar lenta, muy lentamente, al "creativo" de los afiches de Macri?
Estaría bueno...

El susurro de la paranoia

En el trabajo hoy se dijo que monitorean todo lo que uno se baja de internet, las páginas que visita, las comunicaciones que envía. Supongo que podrían hacerlo si quisieran, aunque sería una tarea la mar de aburrida: éste se la pasa actualizando el blog x cada cinco minutos, tiene abiertos permanentemente clarín y nación y página, además del gmail, se bajó ya Money de Amis en inglés (¿para qué?, dios mío, ¿para qué?), el libro de cuentos de Pynchon, ¿qué hace bajándose interminablemente un zip del Retrato del artista adolescente?, ¿qué hace googleando cosas como Anna Livia Plurabelle, nombres de amigos ya desaparecidos, nombres de actores de segunda categoría, fotos de Jorge Asís con bigotes, seudónimos de bloggers, imágenes de jugadores de fútbol de los años 70, documentos de guerrillas centroamericanas, recetas de cocina, poemas nuevos y viejos, precios de camisas y sacos de corderoy... la pc, la mente del otro.
No, hasta a los esbirros de 1984 les aburriría, hasta un capitán de la Stassi de la RDA pasaría por alto tanta inocencia. Tendría que inventarme una carpeta cuyo nombre llame la atención y produzca curiosidad. Algo que les de a ellos también un motivo de interés, una grata sorpresa en la tarea de vigilantes.