miércoles, agosto 20, 2008

El aluvión botánico

Otra vez.

Cuán pronto

Locura de un frente frío en la pradera otoñal, mientras va pasando. Se palpaba: algo terrible iba a ocurrir.
J. Franzen
, Las correcciones.


Parrafaseando el conocido inicio de la Carta Abierta, digamos: un clima de mierda se ha instalado. Si fuera una persona que se quiere a sí misma, de esos que están en paz con su conciencia, de esos que se levantan temprano, prenden la radio, hacen los ejercicios matinales de Charles Atlas, se alegran con el sol, con el último boludo en mallita que batió los records en las Olimpíadas, de esos que se duermen al apoyar la cabeza en la almohada con la felicidad desconocida de los justos, si fuera de ese bando, decía, me abstendría de leer mi ración diaria de La Nación, de mis paseos por TN, de mis escarceos con Crítica, de mis incursiones en Clarín. Pero no. No. No me puedo sacar de encima la Ansiedad y en mi mp3 suena una cinta moebius de los Smiths. How soon is now? Eh? How soon?

Tres tipos son cagados a balazos y zanjeados en el GBA. Otros dos son limpiados a la Medellín en el paraíso de las mamis y los papis de Vicente López. Una sombra oscura se cierne sobre el Gobierno, dice La Nación. Más allá, un broker de Wall Street habla la lengua del fin de época. Los mercados, se dice, exigen señales. El olor de la sangre, de la presa herida que corre rengueando hacia un refugio inútil. Son las viejas voces que crecimos escuchando. Las conocemos, sabemos lo que esconden sus palabras.

Veo el epígrafe que puse en el post: uno de las frases más negras de uno de los libros más depresivos que leí (y lo leí en la playa, eh, entre nenes jugando con baldecitos y mamás en bikini negro, eso es aguante). ¿Cunde un clima de derrota? Medio que sí, para qué negarlo. La ofensiva es grande. Los errores también. Pero está el título. Las correcciones. Nunca creí demasiado en la capacidad perfectiva del ser humano. Y de los grupos sociales, menos. Quiero creer, ahora. How soon is now? ¿Estamos a tiempo?

Lost in the Supermarket

Dedicado a todas y a todos los que lloran en el supermercado.
Update: ayer, en el chino, Viernes 3 am. Esto ya es una conspiración.

jueves, agosto 07, 2008

Tus metáforas

El himen es la membrana delgada que rodea la abertura de la vagina. Tiene distintas formas y tamaños, varía mucho de una mujer a otra. Debe permitir el correcto sangrado menstrual. Cuando no tiene una perforación correcta, que permita la salida de la sangre, puede requerir de una pequeña cirugía. Ese sangrado es un regalo silencioso que la mitad de la humanidad le ofrece cada mes a la otra mitad como un compromiso vital y maravilloso para la supervivencia de la especie. Hasta ahí todo bien.

Además, aunque no es lo más común, el himen se puede dañar cuando las mujeres hacen determinadas actividades físicas como deportes o equitación. Y muchas chicas ni siquiera se dan cuenta. También es posible, gracias a las múltiples opciones que brindan esos nuevos sacerdotes de la modernidad que son los cirujanos estéticos, reparar lo irreparable. Reconstruir el himen sólo requiere de una inversión. Recurso al que apelan cada vez más mujeres deseosas de comprar un pasaje a quien sabe qué lugar. Es obvio que la delicada telita ya no asegura fidelidad.

Reynaldo Sietecase, periodista político argentino.

sábado, agosto 02, 2008

La sociología es un deporte de combate

"Por las líneas anduvieron unos sociólogos haciendo encuestas. Preguntaban lo mismo. Dos pichis nuevos los habían visto. Contaron que buscaban saber si los soldados estaban contentos con la comida, si pensaban que la Argentina iba a ganar, si estaban bien, y les hacían nombrar las cosas que precisaban. Parece que los soldados, que hacía diez días que no veían ración caliente y que ya no podían aguantar ni el fusil, se les cagaban de risa. Al final - contó uno del siete -, a los sociólogos se los llevaron presos los de inteligencia militar, o de la policía aeronaútica, y nunca más los volvieron a ver."

Fogwill, Los pichiciegos.
(¡Atención compañeros del piso 11!)