El gorilismo atávico de los porteños parece acercarse a su fin. Cuatro de los cinco principales candidatos a jefe de gobierno se reconocen como peronistas, y el restante - mauri- es un ejemplo concreto del menemismo reconvertido-residual-semi arrepentido. Agrupaciones y cuadros peronistas se encuentran revistiendo en las filas de los tres candidatos con chances ciertas de ganar la elección. Uno podría pensar en tres hipótesis que expliquen este fenómeno:
a) luego de largas décadas de votar por opciones "republicanas" y "prolijitas" (la excepción sería Erman González en plena orgía menemista) los porteños habrían aceptado la inevitabilidad del "hecho maldito". Un giro pragmático y resignado, porque al fin y al cabo si votaron a Martha Mercader, a Graciela, a De la Rúa, qué mal puede haber en votar a los "muchachós"...
b) El peronismo ya no es un catch-all party. El peronismo ha recorrido el camino inverso y se ha desplegado por todos los espacios con su capacidad rizomática de ser y no ser al mismo tiempo, de estar dentro y fuera, de llenarse con cualquier significado y adoptar distintas formas. No un partido que en su seno contiene todo el arco ideológico, sino un partido que se subdivide en distintas vertientes que cubren todo el arco político.
c) el peronismo tal como se lo entendía ya no existe. Ha pasado a ser una denominación, un pasado recorrido por distinta gente, una contraseña a invocar en determinados ámbitos y a callar en otros. Un guiño. Si tal como dice Telerman en el reportaje que le hizo Fontevecchia en Perfil, "ser peronista no representa nada en términos partidarios" sino más bien, "una opción no por los más pobres sino por la cultura plebeya". Salvo Tradición, Familia y Propiedad de los Beccar Varela (quiero creer...) cualquier opción - en una sociedad de masas- podría reclamar esa denominación.
Todo esto a cuento no tanto de los devenires del Movimiento Nacional sino más bien, de la intriga y la confusión que me producen los rumores sobre la intención de Kirchner de dedicarse a construir un frente de centroizquierda que reordene a "la europea" el esquema de partidos argentinos. Porque si hay un elemento refractario en la historia política argentina ese es, justamente, el dualismo izquierda-derecha. Dicotomía siempre abortada frente al surgimiento de movimientos que reclamaban para sí la representación de la nación in toto. El cartesianismo de la división izquierda - derecha siempre perdió por goleada ante el empirismo de los conglomerados más inspirados en lo "real" que en los cielos teóricos.
Supongo que si el kirchnerismo quisiera iniciar ese camino debería primero comenzar a marcar el terreno en cuestiones concretas, en cuestiones que sean verdaderos clivajes que dividan el espacio entre "unos" y "otros". Delinear una agenda de centroizquierda en temas como derechos humanos, salud reproductiva, medio ambiente, intervención del estado en la economía, reforma impositiva, políticas sociales universales, democratización de la educación, acceso a la vivienda, etc. Una lista no infinita, pero sí determinante para saber de una vez quienes están adentro y quienes están afuera.
a) luego de largas décadas de votar por opciones "republicanas" y "prolijitas" (la excepción sería Erman González en plena orgía menemista) los porteños habrían aceptado la inevitabilidad del "hecho maldito". Un giro pragmático y resignado, porque al fin y al cabo si votaron a Martha Mercader, a Graciela, a De la Rúa, qué mal puede haber en votar a los "muchachós"...
b) El peronismo ya no es un catch-all party. El peronismo ha recorrido el camino inverso y se ha desplegado por todos los espacios con su capacidad rizomática de ser y no ser al mismo tiempo, de estar dentro y fuera, de llenarse con cualquier significado y adoptar distintas formas. No un partido que en su seno contiene todo el arco ideológico, sino un partido que se subdivide en distintas vertientes que cubren todo el arco político.
c) el peronismo tal como se lo entendía ya no existe. Ha pasado a ser una denominación, un pasado recorrido por distinta gente, una contraseña a invocar en determinados ámbitos y a callar en otros. Un guiño. Si tal como dice Telerman en el reportaje que le hizo Fontevecchia en Perfil, "ser peronista no representa nada en términos partidarios" sino más bien, "una opción no por los más pobres sino por la cultura plebeya". Salvo Tradición, Familia y Propiedad de los Beccar Varela (quiero creer...) cualquier opción - en una sociedad de masas- podría reclamar esa denominación.
Todo esto a cuento no tanto de los devenires del Movimiento Nacional sino más bien, de la intriga y la confusión que me producen los rumores sobre la intención de Kirchner de dedicarse a construir un frente de centroizquierda que reordene a "la europea" el esquema de partidos argentinos. Porque si hay un elemento refractario en la historia política argentina ese es, justamente, el dualismo izquierda-derecha. Dicotomía siempre abortada frente al surgimiento de movimientos que reclamaban para sí la representación de la nación in toto. El cartesianismo de la división izquierda - derecha siempre perdió por goleada ante el empirismo de los conglomerados más inspirados en lo "real" que en los cielos teóricos.
Supongo que si el kirchnerismo quisiera iniciar ese camino debería primero comenzar a marcar el terreno en cuestiones concretas, en cuestiones que sean verdaderos clivajes que dividan el espacio entre "unos" y "otros". Delinear una agenda de centroizquierda en temas como derechos humanos, salud reproductiva, medio ambiente, intervención del estado en la economía, reforma impositiva, políticas sociales universales, democratización de la educación, acceso a la vivienda, etc. Una lista no infinita, pero sí determinante para saber de una vez quienes están adentro y quienes están afuera.
1 comentario:
el peronismo es una gran casa de gran hermano, donde los unicos nominados no son precisamente los privilegiados
Publicar un comentario