sábado, septiembre 19, 2009

Por una ley de la democracia

Los abajo firmantes apoyamos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual porque entendemos que la actual concentración de medios de comunicación en manos de monopolios privados cercena el derecho a la información de nuestra sociedad, avasallando una de las conquistas más importantes y colectivas de la democracia, como es la libertad de expresión, en nombre de la defensa de sus intereses particulares. También entendemos que los binarismos no sirven para llevar adelante un debate productivo sobre esta ley fundamental, porque es una ley que trascenderá a los mismos actores en disputa. Ni el Gobierno ni la oposición ni las empresas monopólicas tienen las mismas responsabilidades, frente a una creciente demanda social de reforma del sistema de medios audiovisuales.


Porque más allá del contexto en que el debate se produce -originado en parte por los intereses que afecta el proyecto de ley- es inaceptable que la comunicación audiovisual siga regulada por una ley que, impuesta bajo la dictadura, cuenta hoy entre sus defensores a entidades como ARPA y ATA, que en ese momento eran parte de la autoridad de aplicación, y que hoy se envanecen en nombre de “la libertad”.

Porque es necesario incorporar la mayor cantidad de gente posible, a través de organizaciones intermedias, a la gestión de los medios y de sus contenidos, y que el Estado garantice una mayor pluralidad, a través de los canales institucionales amparados en la Constitución Nacional y no por intermedio de los intereses económicos de los particulares que, en nombre de la libertad de expresión, aprovechan su desregulada participación en el mercado para manipular la información a los fines de preservar su poder económico y político.

En ese sentido, entendemos al proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual como una oportunidad histórica de fortalecer la democracia, tanto en lo que respecta a sus instituciones como a las posibilidades de participación.
Desmonopolizar mejora la calidad de vida democrática porque impide que un solo actor determine la agenda de la conversación pública liberando también a los trabajadores de esos medios monopólicos de las garras de un solo patrón. A su vez no hay democracia posible si los poderes que de ella surgen no garantizan una pluralidad de voces real, que dé cuenta de la polifonía de una sociedad que requiere de la participación de todos sus actores. Libertad de expresión entendida como participación pública de toda la sociedad, de un Estado que la garantiza, y no como construcción comunicacional de los negocios y acuerdos que se hacen puertas adentro. Una ley que garantiza mayor transparencia en la producción y circulación de contenidos, que la ley que nos legó la dictadura y aún hoy sufrimos.

Esta Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual será una Ley de la Democracia, fruto de dos décadas de debates, celebrados en foros, universidades nacionales y entidades de bien público que entienden al derecho a la información libre, plural e independiente como un paso más en la mejora de la calidad institucional y política de una sociedad. A 26 años del fin de la dictadura cívico-militar, se impone la necesidad de revalorizar la libertad de expresión en nombre de los intereses colectivos. Una ley que abra la posibilidad de convertir a la información en un bien público y no en un negocio que ha demostrado responder no sólo a la remanida libertad de empresa, sino a la imposición de políticas y agendas propias de un totalitarismo de mercado que se sustenta en la desinformación y la manipulación de un derecho adquirido por la sociedad en su conjunto.


Mariano Abrevaya Dios - Karina Arellano - Martín Armada – Mario Arteca - Eduardo Blaustein - Leopoldo Brizuela - Sonia Budassi - Mariano Canal - Alejandro Caravario - Fabián Casas – Natalia Castex - Pablo Chacón - María del Carmen Colombo - Juan Desiderio - Lucía De Gennaro - Cecilia Di Gioia - Gabriel Di Meglio - Cecilia Díaz - Ricardo Dios - Elsa Drucaroff - Mariana Enriquez - Patricio Erb - Horacio Fiebelkorn - Daniel Freidemberg - Romina Freschi - Martín Gambarotta - Griselda García - Alicia Genovese - Mercedes Halfon - Mariano Hamilton - Sebastián Hernaiz – Alejandro Horowicz - Claudio Iglesias - Juan Diego Incardona - Alfredo Jaramillo - Gerardo Jorge - Pablo Katchadjian - Violeta Kesselman - Marina Kogan - Ángela Lerena - Alejandro Lingenti - Joaquín Linne - Pablo Llonto - Gustavo López - Marina Mariasch - Fabián Mauri - Alejandro Méndez - Sebastián Mignogna - Ignacio Molina - Sebastián Morfes - Clara Muschietti - Fernanda Nicolini - Adrián Paenza - Paula Peyseré - Federico Piedras - Sol Prieto - Sergio Raimondi - Damián Ríos - Ana Laura Rivara - Martín Rodríguez – María Laura Romano - Alejandro Rubio - Diego Sánchez - Esteban Schmidt - Federico Scigliano – Sebastián Scigliano – Alejandro Sehtman - Damián Selci - Mónica Sifrim - Juan Terranova - Hernán Vanoli - Diego Vecino - Noelia Vera - Gabriela Vulcano - Alejandro Wall - Claudio Zeiger

3 comentarios:

daniel rico dijo...

EL EMPLEADO DEL MES

En castellano clásico, la palabra alcahuete nombra a quien se ocupa de facilitar los encuentros venéreos, tanto sea por vocación como persiguiendo un rédito económico. La celestina, de Fernando de Rojas, era una alcahueta y Juntacadaveres, personaje del Uruguayo Carlos Onetti, tenia el mismo oficio.

En el lenguaje de los argentinos, un alcahuete es un empleado que se ocupa de contar a escondidas al patrón, que piensan sus compañeros de trabajo, denunciar al que trabaja sin el suficiente entusiasmo y sugerir a quien despedir para mejorar el nivel de producción. Estas tareas se llevan acabo al tiempo que se inventan halagos desmesurados para el patrón. Por extensión, se considera un alcahuete al que halaga al poder, espía o denuncia en cualquier situación. También suele usarse la palabra lameculos para hablar de estos individuos y su actitud es siempre condenada por la gente honesta.

Mas modernamente, y tal vez con mejor gusto, se suele llamar al alcahuete "Empleado del mes", en alusión a quienes aparecen en el cuadro de honor de la cadena de hamburguesas yanqui Mac Donald, circunstancia en la que se considera un honor lo que antes era una vergüenza.

Por estos días, se debate en la Argentina el cambio de la ley de medios de radiodifusión impuesta por la sangrienta dictadura, que asaltó el poder en 1976. El principal oponente al cambio de la ley es el Oligopólio mediático encabezado por el diario Clarín, que creció al calor de la dictadura y logro consolidar su posición dominante en los gobiernos democráticos que la sucedieron y que no pudieron cambiar la ley.

En el congreso, la derecha a defendido la posición del oligopólio Clarín, pero tratando de no quedar como los defensores de una ley dictatorial, en particular la Unión Cívica Radical, de larga tradición republicana.

A pesar de que el Partido Peronista , que impulsa la ley, a perdido apoyo de la ciudadanía a su gestión de gobierno, la derecha no ha logrado detener el avance de una reforma con gran consenso social.

La ley propuesta incluye una clausula que obligaría al Grupo Clarín a desprenderse de las licencia que le permiten una posición dominante del mercado en el plazo de un año.
Ante la imposibilidad de evitar la reforma, el diputado radical Oscar Aguad tuvo el descaro de proponerle, durante un debate televisivo, al jefe de la bancada peronista negociar el mantenimiento de los privilegios del grupo Clarín, a cambio de aprobar la ley; fueron sus palabras: "quitamos este artículo y la ley sale en una semana".

Los ciudadanos votamos a nuestros representantes para que defiendan el interés común, no se les confiere un privilegio sino una responsabilidad. A veces les es difícil estar a la altura del trabajo que deben hacer y es comprensible porque todos tenemos nuestras limitaciones; pero cuando vemos a algunos defender descaradamente los privilegios de una empresa a costa de traicionar el interés de todos, es difícil no sentirse traicionado.

Hoy quisiera proponer el reconocimiento al empleado del mes al diputado radical Oscar Aguad.

k dijo...

basura

desterrando mitos dijo...

un tipo que escribe tanto cree que tiene muchas cosa importantes para decir. eso es demasiado poco serio.
de ultima los politicos no hacen a la politica, la componen.