Se me había ocurrido algo divertido sobre la supuesta candidatura del "Lole" al 2011. En serio, era divertido. Tanto que me reía solo mientras atravesaba el Parque Centenario a las 11 de la noche. Y hay que reirse solo mientras caminás a esa hora por el Parque... no es precisamente un entorno que imponga la carcajada fácil.
Pero después, no sé, me vino una cierta melancolía. Sólo el teclear "Lole" me deprime. Ese uso generalizado de los apodos, ese confianzudismo atroz, tan generalizado en los medios. Gente que ni conozco, que me cae pésimo, o que me cae indiferente, o que directamente no registro y sin embargo te ves impulsado a llamar por un diminutivo familiar. La gran familia de la sociedad del espectáculo, donde hasta el pinche más paupérrimo cree posible entablar un vínculo afectivo con los "de arriba" a través del uso de los sobrenombres, o de los nombres de pila. ¿Qué hará Felipe? ¿Y Lilita? ¿Y Cristina?
Y también me puse a pensar más en serio en Reutemann y la imagen más cercana que se me ocurre es la de un De la Rúa après la lettre. Otro hombre austero y prolijo. Otra esperanza rubia que nos rescate de la hybris política. Una vuelta a la normalidad. Un aterrizaje suave. Y sigan sumando todas las metáforas gastadas que se les ocurran. Y ya con eso lo supuestamente divertido que había pensado se desvaneció en el aire.
Pero después, no sé, me vino una cierta melancolía. Sólo el teclear "Lole" me deprime. Ese uso generalizado de los apodos, ese confianzudismo atroz, tan generalizado en los medios. Gente que ni conozco, que me cae pésimo, o que me cae indiferente, o que directamente no registro y sin embargo te ves impulsado a llamar por un diminutivo familiar. La gran familia de la sociedad del espectáculo, donde hasta el pinche más paupérrimo cree posible entablar un vínculo afectivo con los "de arriba" a través del uso de los sobrenombres, o de los nombres de pila. ¿Qué hará Felipe? ¿Y Lilita? ¿Y Cristina?
Y también me puse a pensar más en serio en Reutemann y la imagen más cercana que se me ocurre es la de un De la Rúa après la lettre. Otro hombre austero y prolijo. Otra esperanza rubia que nos rescate de la hybris política. Una vuelta a la normalidad. Un aterrizaje suave. Y sigan sumando todas las metáforas gastadas que se les ocurran. Y ya con eso lo supuestamente divertido que había pensado se desvaneció en el aire.
1 comentario:
es muy cierto y tengo una teoría al respecto: esto de los apodos, no es otra cosa que un montón de operetas mediáticas para hacer amigables a tipos con los que uno no se sentaría a tomar un café ni mamado. Se me ocurre una lista así al boleo y me da miedo:
"Pilo" Bordón
"Juanjo" alvarez
"Juanpi" cafiero
"Fredy" Storani
por dió!
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