Uno de los libros más divertidos que leí recientemente es Viajes de un chef, de Anthony Bourdain. El libro fue escrito en base a las andanzas de Bourdain por el mundo para su programa No Reservations (que es, dicho sea de paso, una de las mejores cosas que se pueden encontrar en la tele actualmente). A diferencia de la tendencia televisiva-gastronómica onda "Marley" que supone que tomar contacto con las cocinas de lugares exóticos (exóticos para los visitantes, claro) consiste en engullir cucarachas fritas o larvas de babosas al vapor, Bourdain desecha la tentación del exotismo berreta para probar y criticar la comida que verdaderamente se come en cada región. Sus lugares preferidos son los mercados, los puestos callejeros de comida al paso, los bolichitos poco seductores para los turistas, los bares cualunques donde transcurre el ir y venir cotidiano de los "nativos", las comida casera preparada en cocinas de casas de familia, bien alejada de cualquier sofisticación for export. Y además, el libro está bien escrito. Tiene una sensibilidad y una ironía que hace pensar en Bourdain como una especie de Joey Ramone de la gastronomía: un poco inmaduro, un poco zarpado, apenas agresivo, pero con buen gusto. Y además, cuando se le suelta la cadena, le pega a la misma gente que nos gusta ridiculizar.
Contra la "cultura sana":
"En California no se puede fumar en ninguna parte. Lo dice Rob Reiner. Lo dicen los capullos célebres, que viven en condominios amurallados y utilizan expresiones como "clase obrera"... sin haberse sentado nunca en la vida en un bar para darse un chute y tomar una cerveza a primera hora de la tarde con alguno de esos animales. Para ellos, un bar es el lugar donde nosotros -currantes proles oprimidos, estúpidos y lumpen- somos víctimas de las compañías de tabaco que encarnan el mal y, con sus inteligentes anuncios, nos hacen caer en la trampa de matarnos a nosotros mismos y a nuestros vecinos. Para mí, el bar es la última línea defensiva.
(...) Es sólo cuestión de tiempo que un nazi bienintencionado irrumpa en tu cuarto y te arranque de la mano ese cigarrillo que fumas después de haber mantenido relaciones sexuales." (La traducción gallega, Dios, es de lesa humanidad).
Contra los vegetarianos:
"Cada vez que preguntaba a alguien cómo y en qué momento preciso había decidido privarse de productos animales, la contestación siempre hacía suponer una tragedia personal o decepción, que nada tenía que ver con la comida. "Acababa de divorciarme", contestaba uno. "Me había quedado sin trabajo", contestaba otro. "Tuve un ataque al corazón", decía otro. "Rompí con mi...", "Cuando decidí marcharme de Los Ángeles, empecé a pensar en muchas cosas...". En cualquier caso (con mi irónica manera de pensar), se me ocurrió que algo los había amargado en el mundo que una vez los acogiera... Y que ahora buscaban con desesperación nuevas normas de vida, otra ortodoxia, algo en que creer."
(...) "Escondeos en vuestras preciosas casas y comed verduras, pensaba yo. Si os hace sentir mejor poned una calcomanía de Greenpeace o de la NAACP (Asociación para el Avance de la Gente de Color) en el parabrisas de vuestros Beemer (así podéis llevar a vuestros hijos a las escuelas exclusivas para blancos). Salvad la selva tropical -por todos los medios posibles-, de modo que podaís visitarla algún día en scooter, provistos de calzado cómodo, hecho con el trabajo forzado de niños de doce años. Salvad una ballena, mientras millones de seres humanos siguen siendo vendidos como esclavos, mueren de inanición, viven jodidos y mueren ejecutados, torturados, olvidados."
Contra el turismo global:
"Mi plan era celebrar el Año Nuevo en Apocalypse Now, un bar de marginados de nombre prometedor, a pocas calles del Continental. ¿Qué mejor lugar para estar cuando den las doce - pensé - que un siniestro bar de marginados en Saigón? Esperaba ex mercenarios adictos al opio, prostitutas agresivas con minifaldas plateadas, vietcongs "occidentales", americanos que en su tiempo habían desertado, granujas del mercado negro, mochileros australianos, ajados barones del caucho franceses con caras marcadas por la corrupción y los efectos de la malaria. Esperaba la plebe internacional, traficantes de armas, desertores y asesinos a sueldo. Tan alto apuntaban mis esperanzas. Pero desde el momento en que pongo un pie dentro, todas se vienen abajo al instante. ¡Apocalypse Now es un sitio cool! ¡Hay comida! Hay una multitud de turistas bien vestidos de origen americano, canadiense y taiwanés sentada en el comedor de la parte trasera entre macetas con palmeras y luces navideñas, cerca de un bufé con entradas calientes, ensaladas y lo que parece una torta Selva Negra. Venden remeras con el logo de la película. Proyectan fútbol en una pantalla colocada en un lugar elevado cerca de un pequeño escenario. Rubias bronceadas por el sol con acento del Medio Oeste y peinadas a lo Tammy Faye beben cócteles de colorines en una limpísima barra de fórmica."
Contra la "cultura sana":
"En California no se puede fumar en ninguna parte. Lo dice Rob Reiner. Lo dicen los capullos célebres, que viven en condominios amurallados y utilizan expresiones como "clase obrera"... sin haberse sentado nunca en la vida en un bar para darse un chute y tomar una cerveza a primera hora de la tarde con alguno de esos animales. Para ellos, un bar es el lugar donde nosotros -currantes proles oprimidos, estúpidos y lumpen- somos víctimas de las compañías de tabaco que encarnan el mal y, con sus inteligentes anuncios, nos hacen caer en la trampa de matarnos a nosotros mismos y a nuestros vecinos. Para mí, el bar es la última línea defensiva.
(...) Es sólo cuestión de tiempo que un nazi bienintencionado irrumpa en tu cuarto y te arranque de la mano ese cigarrillo que fumas después de haber mantenido relaciones sexuales." (La traducción gallega, Dios, es de lesa humanidad).
Contra los vegetarianos:
"Cada vez que preguntaba a alguien cómo y en qué momento preciso había decidido privarse de productos animales, la contestación siempre hacía suponer una tragedia personal o decepción, que nada tenía que ver con la comida. "Acababa de divorciarme", contestaba uno. "Me había quedado sin trabajo", contestaba otro. "Tuve un ataque al corazón", decía otro. "Rompí con mi...", "Cuando decidí marcharme de Los Ángeles, empecé a pensar en muchas cosas...". En cualquier caso (con mi irónica manera de pensar), se me ocurrió que algo los había amargado en el mundo que una vez los acogiera... Y que ahora buscaban con desesperación nuevas normas de vida, otra ortodoxia, algo en que creer."
(...) "Escondeos en vuestras preciosas casas y comed verduras, pensaba yo. Si os hace sentir mejor poned una calcomanía de Greenpeace o de la NAACP (Asociación para el Avance de la Gente de Color) en el parabrisas de vuestros Beemer (así podéis llevar a vuestros hijos a las escuelas exclusivas para blancos). Salvad la selva tropical -por todos los medios posibles-, de modo que podaís visitarla algún día en scooter, provistos de calzado cómodo, hecho con el trabajo forzado de niños de doce años. Salvad una ballena, mientras millones de seres humanos siguen siendo vendidos como esclavos, mueren de inanición, viven jodidos y mueren ejecutados, torturados, olvidados."
Contra el turismo global:
"Mi plan era celebrar el Año Nuevo en Apocalypse Now, un bar de marginados de nombre prometedor, a pocas calles del Continental. ¿Qué mejor lugar para estar cuando den las doce - pensé - que un siniestro bar de marginados en Saigón? Esperaba ex mercenarios adictos al opio, prostitutas agresivas con minifaldas plateadas, vietcongs "occidentales", americanos que en su tiempo habían desertado, granujas del mercado negro, mochileros australianos, ajados barones del caucho franceses con caras marcadas por la corrupción y los efectos de la malaria. Esperaba la plebe internacional, traficantes de armas, desertores y asesinos a sueldo. Tan alto apuntaban mis esperanzas. Pero desde el momento en que pongo un pie dentro, todas se vienen abajo al instante. ¡Apocalypse Now es un sitio cool! ¡Hay comida! Hay una multitud de turistas bien vestidos de origen americano, canadiense y taiwanés sentada en el comedor de la parte trasera entre macetas con palmeras y luces navideñas, cerca de un bufé con entradas calientes, ensaladas y lo que parece una torta Selva Negra. Venden remeras con el logo de la película. Proyectan fútbol en una pantalla colocada en un lugar elevado cerca de un pequeño escenario. Rubias bronceadas por el sol con acento del Medio Oeste y peinadas a lo Tammy Faye beben cócteles de colorines en una limpísima barra de fórmica."
1 comentario:
Lo leí...ta muy bueno...
Me acuerdo que cada vez que lo releía me daban ganas de hacer un asado.
Saludos
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