Transitamos tiempos en verdad difíciles, y muy particularmente en lo que a seguridad social se refiere. Desde hace más de veinte años, el mundo entero asiste a la desarticulación del llamado Estado de bienestar, y la Argentina no ha sido ajena a ello.
Recién promulgada la ley 24.241, a fines de 1993, la OIT afirmó que no era una ley de seguridad social, sencillamente porque “no es segura ni es social”. Algunos comentaron entonces que sólo se trataba de un juego de palabras, pero lo cierto es que después de seis años de padecer los efectos de esa ley, cualquiera se da cuenta de que la opinión de la OIT constituyó una acertada síntesis.
La reforma significó seguridad para el capital financiero e inseguridad para el ser humano, para unos precios fijados y para otros beneficios inciertos, concentración del capital que impone condiciones: negocios particulares en lugar de políticas públicas al servicio de la comunidad. En síntesis, una clara acción en beneficio de determinados grupos de intereses particulares en desmedro del bienestar de la sociedad en su conjunto.
Elisa Carrió, 2000, en los fundamentos a su proyecto para derogar el régimen previsional de capitalización. (vía, http://mendietaelrenegau.blogspot.com/2008/10/yo-estuve-un-una-afjp-por-un-ratito.html)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario