miércoles, febrero 27, 2008

Agregado

Digo, por último, que no habría que confundir la heterogeneidad progresista con la cadena de diferencias nucleada en torno a un significante vacío como en Laclau, bla bla bla. Hay dos millones de libros escritos para desentrañar la identidad peronista y explicar como convivieron en él Osinde y Norma Arrostito, o Cooke y Vandor. No quiero meterme en eso, las explicaciones son varias (e insatisfactorias, porque la pregunta sigue en pie) pero el hecho es que sí se puede hablar de "identidad peronista" y que esa identidad se ha cristalizado en un movimiento político. El libro de Daniel James sobre la resistencia peronista, me parece de lo mejor que se escribió sobre el tema. En el caso del progresismo, tal como se expresa en la posición "soy progresista" (digamos a un nivel silvestre, tal como lo leemos en la prensa, o lo escuhamos en la vida cotidiana) apenas está una palabra en común, que muchas veces sirve para no pronunciar otra palabra (izquierda, centroizquierda), pero por debajo apenas hay algunas imágenes y símbolos débiles, que no alcanzan para conformar un sentido "fuerte". Probablemente se deba al fracaso del alfonsinismo y de la Alianza, que impidieron que se conformara una tradición en ese sentido, no sé.

1 comentario:

Diego dijo...

¿Pero acaso no pasa lo mismo con la Iglesia católica? Farinello sigue en la institución dirigida por Ratzinger. Con esto quiero decir que en general las instituciones son así, las identidades son así. Por eso de repente se me ocurre mejor no tenerlas.
Por lado está lo del peronismo. Con esa discusión, con esa vigencia de la pregunta que marcás en tu post, me parece que lo han conseguido es darle cierta aura al peronismo. Una especie de misterio que vale la pena ser tomado en serio y analizado con cuidado. Mientras tanto ese signo político sigue gobernando, me parece que sin tantas preguntas.

¿Por qué deberíamos entender hoy al peronismo más allá de la mafia clientelística evidente? ¿Porque Evita regaló colchones hace 60 años? ¿Porque cierta gente hace 40 años iba a la España franquista a recibir instrucciones para hacer la revolución socialista? ¿Por qué tenemos que olvidarnos de que fue el movimiento que generó y que bancó hasta el último momento a Carlos Saúl Menem? Ese último olvido es un perdón similar al que el marxismo hace con la revolución del ’17 en relación a Stalin, quien gobernaba la URSS menos de 10 años después.

No es cuestión de horrorizarse ni de odiar al peronismo, sino de preguntarnos por las operaciones que entretienen al campo cultural.

Saludos