Sears miró al alcalde. Juzgaba las caras, por lo visto, basándose en su capacidad para emitir luz. La falta de luz en un rostro -la falta incluso de toda promesa de luz- le recordaba dolorosamente la inhumanidad del hombre con el hombre.
John Cheever, Esto parece el paraíso.
Ella suelta, así sin esperarlo, con esa artera exactitud que la caracteriza,
"debe tener su morbo que una paralítica te chupe la pija". Y sí, puede ser, Cronenberg podría sacar no sé si una buena película pero por lo menos una buena escena con esos ingredientes. ¿Acaso no logró que nos enterneciéramos con una de sexo entre James Spader y Elías Koteas en
Crash? Cuándo todo está perdido, cuando asumís la resignación, empezás a pensar en cosas laterales, cosas que bordeen el objeto atemorizante, empezás a pensar en el histeriqueo entre un tipo con varios millones de dólares y un juguete nuevo llamado Ciudad Autónoma de Buenos Aires y una lisiada amiga del cardenal Bergoglio a la que la opinión pública acaba de consagrar como la nueva estrellita de este late night show político en cuyo altar hemos sublimado la savia ferviente de estos últimos días.
Entonces, dicen, llega la hora del RIP para el ladriprogresismo (Artemio: esa palabrita fue sin duda el hit de la campaña) que hegemonizó el aparato durante diez años (pero ¿De la Rúa era ladriprogresista, era el tío conserva y chapado a la antigua de la gran familia del ladriprogresismo?). En realidad la burocracia, el meollo lento de la cuestión, ese núcleo de pabellones de escritorios símil madera, con HPs negras e IBMs viejas donde en planillas de Excel duermen las identidades, las necesidades y los fracasos de los registrados por la administración pública, todo eso seguirá su propio rumbo intocable, ese rumbo que es la verdadera voz de Dios, la voz que le otorga un subsidio a una pañalera de Soldati, un semáforo en Hidalgo y Vallese, una recategorización inmobiliaria para la manzana codiciada por un garca hippie-cool que quiere construir una torre gaucho-chic en Chacarita. Todo más o menos igual que ahora, pero ¿cuán igual, cuán distinto? Esa es la pregunta triste, la única pregunta que uno puede hacerse en una democracia, digamoslo suavemente, de "matices", de escala de grises.
Para otra oportunidad quedará hablar sobre lo que realmente pasó. Por ahora digamos algunas apostillas de lo que quedó. Las campañas, las campañas: la de Filmus poniendo a tres jetones por aviso con convicciones, bueno, son gente mayormente respetable, pero no se exactamente cuales son las convicciones de Florencia Peña o de Lola Berthet... Del otro lado la parejita imperfecta aunando dosis de compasión y gestualidad dura:
No seas tan fachito, le dice ella a él. Ya saben ustedes que opción ganó.
Y bueno, esto llega a su final, ha sido un placer realmente, pero siempre tenemos que estar moviéndonos hacia otras partes. Los que en la diestra querían a uno de ellos, a un hijo de su clase en el poder, a uno con su fonética de boquita cerrada y su mohínes enfurruñados, por fin tendrán el premio; los que desde la coalición de las almas puras querían darle una lección contrahegemónica al grasa de Balcarce 50, también tendrán su día; los apolíticos, los fieles al fin de las ideas, bueno, para ellos todo es siempre un eterno presente, un presente feliz y sin conflictos. Paz y administración. Orden y Progreso. Pro. Buenos Aires sí duerme.