1 o a), como gusten. Hay algo sobre las efemérides que resulta irritante. Sí, es un lugar común. Cualquiera más o menos cínico, más o menos culto, más o menos piolín va a decirte - mientras toma una Stellita helada en Palermo - que son una boludez. Sí, lo son. Pero las boludeces no siempre son tan boludas como parecen a primera vista, no siempre son tan llanas, tan pobres. A veces las boludeces (en su repetición impenitente) esconden algo del orden de la verdad. Ejem. Las efémerides, los aniversarios, los números redondos, forman parte de cierto ritual que obliga al autoexamen. Una obligación más poderosa que nuestra habitual miradita por sobre el hombro a los clichés sociales. Entonces: 25 años de democracia. Un título, una efeméride. Algo más también.
2 o b) En la foto que ilustra este post, Alfonsín le dice a Menem mientras pasean por los senderos de Olivos:
-¿Cuando podés asumir?
-Ya.
Es 1989, y en ese diálogo se trama algo de todo lo bueno y de todo lo malo de la democracia argentina. Tenemos una transición acordada entre un presidente saliente y un presidente electo. Tenemos a dos hombres civiles acordando el traspaso de mando mientras caminan por la Quinta de Olivos. Dos civiles de partidos distintos. Dos civiles, dos hombres de traje, dos abogados. Algo que no había pasado nunca desde la Ley Saenz Peña, algo que no había pasado nunca. Period.
Esa imagen - que para muchos representa el colapso, el fracaso, de la transición alfonsinista - para mí es poesía civil. No dejo de mirar el sendero y los árboles de ese otoño. No dejo de mirar la espalda encorvada de Alfonsín y la espalda recta de Menem, dos caminando a distintas velocidades. Pero ahora, mirándola, pienso que la expresión poesía civil le cuadra bien. Poesía de la política democrática: frágil, de una épica derrotada, de esa clase de épica que sólo puede captarse cuando se está asqueado de las viejas épicas guerreras y sangrientas.
3 o c) Ahora que escribo esto sobre la democracia argentina, o algo así, me cruza la digresión - perdón, perdón - de Maquiavelo y la política florentina. Pienso en Maquiavelo trabajando en una oficina para la fragilísima democracia florentina del siglo XVI. Salones de hombres de Estado que discuten decretos y proyectos. Gente bastante mediocre, algunos sólo están ahí para lucrar con la maquinaria estatal, otros tienen ideas propias, otros tienen ideas dementes que nunca serán aplicadas, otros son pragmáticos incurables, otros son honestos. Pero todos saben, mientras hacen política en esas oficinas grises, que la amenaza es la dictadura de los Medicis que acecha con todo su brillo, con sus artistas, con su épica, con su desmesura, con su seducción. Tipos como Maquiavelo - torturados, exiliados, humillados como Maquiavelo - sabían que la poesía civil casi siempre pierde frente a la poesía brillosa de las dictaduras. Sabían que ese peligro permanente, esa cuerda tensa, era lo que le daba vigor a la opción democrática. Clinton, el primer presidente negro de EE. UU., lo dijo alguna vez: la democracia se escribe en prosa.
4 o d) Sin embargo, sin embargo, ese 1989 del sendero otoñal y los dos abogados que caminan pactando la transición, fue el 1989 donde emergieron violentamente los límites de esa democracia recuperada años antes. Digamos: había personas saqueando supermercados para sobrevivir. Había cuevas de la City donde se negociaban a velocidad de la luz activos que se evaporaban al instante. Había paranoia. Había un despliegue infinito de estrategias individuales de supervivencia (para los pobres) y de enriquecimiento fácil (para los salvados). La democracia convertida sólo en eso que los politólogos (y los exiliados y frustrados convertidos a la socialdemocracia ochentista) pregonaban: la democracia como un sistema de selección de gobernantes. Un método de selección pácifico. Por debajo se iba insinuando otra cosa. Por debajo iba apareciendo un paisaje desangelado.
5 o e) Para que quede claro: aún hoy, 25 años después, el principal sentido de la democracia argentina es que no te metan en un sumidero infecto y te pasen corriente eléctrica por el cuerpo hasta la muerte, que no te pongan hierros al rojo vivo en los testículos o te arranquen los ojos o te quemen junto a una pila de basura. Bajo el sol argentino. Mientras una radio trasmite chamamés a todo volumen o el relato de un partido de fútbol, y unos hijos de puta hablan sobre lo que van a hacer cuando termine su guardia.
6 o f) No sé que queda de todo esto. No sé que va a quedar de todo esto. La normalidad democrática es la garantía de cierta pacificación de la vida (excluir la guerra civil, etc.) pero también es rutina, el sonido monótono de una máquina que apaga los ruidos que no queremos escuchar. Y que de cuando en cuando estallan y se hacen escuchar fuerte. Nos quedamos con esa rutina, obvio. La preferimos y la necesitamos.
7 o g) Así que 25 años. Felicidades. Algunos, muchos, muchísimos, no se enteraron y vieron pasar estos 25 años de costado. ¿O no? En todo caso, si la democracia es un régimen abierto al riesgo (y por eso mismo un régimen trágico, como escribió un francés alguna vez) lo que nos mantiene vivos es esa posibilidad, que siempre parece postergarse, de que se convierta en una forma de vida, que funde una manera de vivir más amable, más intensa, más valiente. Un intento permanente, a ciegas, con más probabilidades de fracaso que de victoria, y por eso mismo imposible de abandonar.
Felicidades, en serio.
2 o b) En la foto que ilustra este post, Alfonsín le dice a Menem mientras pasean por los senderos de Olivos:
-¿Cuando podés asumir?
-Ya.
Es 1989, y en ese diálogo se trama algo de todo lo bueno y de todo lo malo de la democracia argentina. Tenemos una transición acordada entre un presidente saliente y un presidente electo. Tenemos a dos hombres civiles acordando el traspaso de mando mientras caminan por la Quinta de Olivos. Dos civiles de partidos distintos. Dos civiles, dos hombres de traje, dos abogados. Algo que no había pasado nunca desde la Ley Saenz Peña, algo que no había pasado nunca. Period.
Esa imagen - que para muchos representa el colapso, el fracaso, de la transición alfonsinista - para mí es poesía civil. No dejo de mirar el sendero y los árboles de ese otoño. No dejo de mirar la espalda encorvada de Alfonsín y la espalda recta de Menem, dos caminando a distintas velocidades. Pero ahora, mirándola, pienso que la expresión poesía civil le cuadra bien. Poesía de la política democrática: frágil, de una épica derrotada, de esa clase de épica que sólo puede captarse cuando se está asqueado de las viejas épicas guerreras y sangrientas.
3 o c) Ahora que escribo esto sobre la democracia argentina, o algo así, me cruza la digresión - perdón, perdón - de Maquiavelo y la política florentina. Pienso en Maquiavelo trabajando en una oficina para la fragilísima democracia florentina del siglo XVI. Salones de hombres de Estado que discuten decretos y proyectos. Gente bastante mediocre, algunos sólo están ahí para lucrar con la maquinaria estatal, otros tienen ideas propias, otros tienen ideas dementes que nunca serán aplicadas, otros son pragmáticos incurables, otros son honestos. Pero todos saben, mientras hacen política en esas oficinas grises, que la amenaza es la dictadura de los Medicis que acecha con todo su brillo, con sus artistas, con su épica, con su desmesura, con su seducción. Tipos como Maquiavelo - torturados, exiliados, humillados como Maquiavelo - sabían que la poesía civil casi siempre pierde frente a la poesía brillosa de las dictaduras. Sabían que ese peligro permanente, esa cuerda tensa, era lo que le daba vigor a la opción democrática. Clinton, el primer presidente negro de EE. UU., lo dijo alguna vez: la democracia se escribe en prosa.
4 o d) Sin embargo, sin embargo, ese 1989 del sendero otoñal y los dos abogados que caminan pactando la transición, fue el 1989 donde emergieron violentamente los límites de esa democracia recuperada años antes. Digamos: había personas saqueando supermercados para sobrevivir. Había cuevas de la City donde se negociaban a velocidad de la luz activos que se evaporaban al instante. Había paranoia. Había un despliegue infinito de estrategias individuales de supervivencia (para los pobres) y de enriquecimiento fácil (para los salvados). La democracia convertida sólo en eso que los politólogos (y los exiliados y frustrados convertidos a la socialdemocracia ochentista) pregonaban: la democracia como un sistema de selección de gobernantes. Un método de selección pácifico. Por debajo se iba insinuando otra cosa. Por debajo iba apareciendo un paisaje desangelado.
5 o e) Para que quede claro: aún hoy, 25 años después, el principal sentido de la democracia argentina es que no te metan en un sumidero infecto y te pasen corriente eléctrica por el cuerpo hasta la muerte, que no te pongan hierros al rojo vivo en los testículos o te arranquen los ojos o te quemen junto a una pila de basura. Bajo el sol argentino. Mientras una radio trasmite chamamés a todo volumen o el relato de un partido de fútbol, y unos hijos de puta hablan sobre lo que van a hacer cuando termine su guardia.
6 o f) No sé que queda de todo esto. No sé que va a quedar de todo esto. La normalidad democrática es la garantía de cierta pacificación de la vida (excluir la guerra civil, etc.) pero también es rutina, el sonido monótono de una máquina que apaga los ruidos que no queremos escuchar. Y que de cuando en cuando estallan y se hacen escuchar fuerte. Nos quedamos con esa rutina, obvio. La preferimos y la necesitamos.
7 o g) Así que 25 años. Felicidades. Algunos, muchos, muchísimos, no se enteraron y vieron pasar estos 25 años de costado. ¿O no? En todo caso, si la democracia es un régimen abierto al riesgo (y por eso mismo un régimen trágico, como escribió un francés alguna vez) lo que nos mantiene vivos es esa posibilidad, que siempre parece postergarse, de que se convierta en una forma de vida, que funde una manera de vivir más amable, más intensa, más valiente. Un intento permanente, a ciegas, con más probabilidades de fracaso que de victoria, y por eso mismo imposible de abandonar.
Felicidades, en serio.
6 comentarios:
clap clap clap. Excelente texto.
Muy bien elegida la foto, me hiciste acordar a Foucault con las meninas: encontraste la imagen justa que captura el momento histórico.
veinticinco años es una forma de decir que cerca y que lejos que estamos del horror. Brindemos hoy por eso.
Saludos!
1- es indudable: usted escribe para los del palco vip. nada de populismo.
2- seguimos pensando que esto, que alguien tildo de democracia se "hizo", "consiguio" y hasta se "gano" de manera colectiva. les dice algo el "no te metas".
3- la foto muestra la poesia del arreglo. la poesia civil se puede mostrar, entre peronistas y radicales, golpeando las puertas de los cuarteles.
4- que han hecho alfonsin o menem para evitar el golpe del 76'?
5- que ha hecho la poesia civil por los 30 mil desaparecidos?
6- hay que brindar por que estamos lejos de un horror, pero no fuera de la pesadilla?
6- 25 años vacios de sujeto politico.
7- nos gusta hasta el asco repetir la rutina del mito de sisifo camuseano.
8- dejemos de escribir como fresan.
La única dictadura celebrada será la del proletariado. Para no esperar sentados, ¡hagamos democracia participativa de pie!
¡Felicidades!
bueno mas romantico seria una foto de gardel con razzano para deliete de more.
Yo no sabía que razzano era pareja de gardel hasta que vi la foto en la continental ... gardel salio del closet en una pizzería.
La Continental es nuestro Stonewall Inn y Gardel nuestra Judy Garland
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