martes, septiembre 30, 2008

La vera máquina de Dios

La Máquina de Dios se rompió, y en Wall Street - casi al mismo tiempo, esto me excede - los Patrick Batemans que sobrivivieron los merqueros ochentas reaganianos y los golden boys más nuevitos asisten a la fiesta frenética de despedida del presidente W. No habrá, esta vez, ejecutivos cayendo en picada de los rascacielos (como en una película de los Coen) pero sí ríos de cocaína y de pánico y de insomnio y de terror sacramental y profano ante esa Máquina Divina que, parece, entró en uno de sus cíclicos períodos de caída.

El capitalismo es así, pibe. Podría ser una resumida interpretación de los hechos. Alzas y bajas. Crisis que barren a los que acumularon capital de peor calidad, a los que se arriesgaron demasiado, a los que no midieron las consecuencias. La mano invisible del mercado es brutal siempre, y más cuando las cosas se ponen tan jodidas. Desde Gigí Marziotta (juro que la vi hoy decirlo) a la revista Barcelona, juegan con el tema del fin del capitalismo... Epa. Lo dijo Stiglitz, ¿no lo escuchaste? Gente, la máquina loca sigue andando, a pesar de lo que nos diga la fantasia de Jorge Altamira, o de algún mucho más elegante marxista europeo que seguramente aparecerá por ahí. El tipo que está hasta el cuello con su hipoteca subprime, el groncho de Kansas o de Oklahoma, se levantará mañana para ir a laburar y pagar el descubierto de la tarjeta, rezará de camino al trabajo que no aparezcan los cobradores, que alguien le solucione la cuestión de su casa, y en el trabajo... bué, ya sabemos, lo que pasa en el trabajo, lo mismo que pasa desde que alguien tiene que alquilar por horas su humanidad para - mágicamente - cobrar un salario a fin de mes. Eso sigue intacto. Y ese es el núcleo que sostiene todo, digo, a riesgo de sonar como un cuadernillo psicobolche del UBA XXI.

Me acuerdo, ahora que se habla tanto de la crisis del 30, de un libro de Steinbeck. Y de la película de John Ford sobre el libro de Steinbeck. Las viñas de la ira. Gran Depresión, villas miserias en América, los grasitas emigrando a California para trabajar en la cosecha de la uva, los bancos quedándose con las farms. Al final de la película - no sé si lo soñé, creo que no deliro - Henry Fonda abandona la villa porque lo busca la policía y mientras se aleja suenan los acordes de La Internacional. Bueno, no. Quédense tranquilos que no pasa nada parecido ahora. En aquellos años, aún en Estados Unidos, el fantasma que recorría el mundo era un espectro válido al que invocar en épocas de desesperación. Si algo enseña la historia - nos ponemos pomposos - es que se necesita mucho más que una crisis para tumbar al capitalismo.

La Máquina de Dios que inventaron los medios, ese amasijo de túneles y cables y computadoras, construido en la frontera franco-suiza, no es nada con la otra máquina de dios puesta en marcha hace más de doscientos años (y que no para un segundo desde entonces). Esa otra máquina es tanto más poderosa porque está formada con nuestras vidas, y la de nuestros padres, y más atrás, más atrás, hasta remontarnos a los campesinos analfabetos de alguna región europea. Y va a seguir funcionando hasta que, decía un sociólogo alemán, se agote la última tonelada de carbón sobre la tierra, y el último aliento.
Uy, qué pesimismo, querido.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno che.

Anónimo dijo...

Aunque he escuchado comentarios así, creo que se ha hablado mucho más de la muerte del "no intervencionismo estatal" que de la muerte del capitalismo.

El gran cambio, además de más regulación, es que ni al fondo monetario ni a The Economist les va a dar la cara para recomendar, de ahora en adelante, lo que solían recomendar antes durante las crisis financieras.

Me parece hermoso que un fan de Ayn Rand, Greenspan, haya sido uno de los principales culpables de esta crisis.

Para mi, mientras más prestigio pierdan los anti-estado, mejor.

El Lurker

Silvio Astier dijo...

Las caídas son producidas porque alguien te hace una zancadilla, o porque perdés la cinchada contra alguien más poderoso. Cuando no hay ninguno probándose la pilcha que vas a dejar, caída, un pomo; apenas reacomodando un poco los tantos para encarar -por lo menos- cincuenta añitos más de vida. No quiero ponerme en profeta, porque si hay algo que me supera, es la economía, sobre todo, la economía impredecible del capitalismo. Sólo pienso que allá en los inicios el Capital necesitó inventar los Estados Nacionales para resguardarse; luego de la crisis del '30 (salud, Marziotta!) se necesitó una guerra para transformar ese Estado en uno de bienestar.

Ahora que parece que el Estado es más una carga que un seguro de vida, ¿el Capital se volverá global? Ojo, podemos estar asistiendo a algo grosso.

Capaz que no.

Anónimo dijo...

las espectativas romanticas de algunos estupidos. seria un buen titulo para algunos titulos de tapas diarias.
la cosnecuencia inmediata de lo nefasto quiza sea: mas acumulacion en (aun mas) menos manos.
tal vez valga la pena que el mundo, de una vez por todas, se vaya al carajo. junto con los coments de los post.
es curiosos: ahora, y una vez mas (y van...), las calles se llenan de paranoicos. que sin embargo sin sin poder ver que es lo que sucede.
gente muerta. gente sin techo. gente muerta. gente sin poder terner que comer. gente muerta. fantasmas.
y los paranoicos qeu no saben como van hacer mañana, si todo se va al carajo, para comprar el ultimo celular de moda.
si vale la pena; que se vaya esta mierda al carajo.

Anónimo dijo...

que pasaria con la amquina de dios si realmente fueramos ateos?

Anónimo dijo...

[...] cables y computadoras, construido en la frontera franco-suiza, no es nada COMPARADA con la otra máquina

Anónimo dijo...

Paremos la motoneta que encontré la posta, o mejor dicho, encontré al que encontró la posta posta...

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1023896


El articulo es miserable, si no fuera por un romatico comenzar...
NUEVA YORK ( The New York Times ).- ¿Recuerda ese agujero negro que se iba a devorar la Tierra? Olvídese de eso y siga pagando sus deudas (...)

Hay materia prima para seguir en la tombola, todavía nos queda:

*el chino pirómano,
*la ruta de la efedrina,
*algunos discos de Oscar Aleman,
*otros de Emerson Lake n Palmer,
*porro,
*ah, claro, pagar las deudas, seguro.



Glenda.