lunes, abril 07, 2008

Punto de fuga

Se termina Punto de vista. La historia primitiva de esa revista es, de alguna manera, parte de esos relatos familiares legados vía segunda mano. En el 78, año del mundial, año de quietud polar, un grupo de intelectuales y cuadros políticos del maoísmo argentino decidieron la fundación de la revista. Detrás de Piglia, Altamirano y Sarlo, estaban los cráneos de Vanguardia Comunista: Elías Semán, Rubén Kriskausky y Roberto Cristina, el hermano de mi madre, mi tío. Y entonces están esas historias familiares: Piglia en el departamento de mis viejos en Palomar, las reuniones, los que deambulaban como sonámbulos en la noche, cambiando de departamento en departamento, el perpetuo nomadismo de los clandestinos. Digamos que en esa alianza entre la "cultura" y la "política" - si es que en aquella época eran términos distinguibles - la parte más dura, durísima, se la llevaron los políticos. Pasado el Mundial, el secretariado de VC, en su totalidad, había desaparecido.
Y si esos fundadores quedaron, debido a la tormenta de la Historia, congelados eternamente en los años setenta, los que se mantuvieron vivos siguieron el derrotero de la intelectualidad de izquierda argentina: la culpa feroz de los exiliados internos, el sueño gramsciano-socialdemócrata alfonsinista, el retiro -cada vez más decidido y autoindulgente- a los claustros universitarios, a las cátedras y las querellas entre especialistas, la conversión -ya en la madurez - en una capa intelectual satisfecha, de buen pasar, tal vez más preocupada por la neurosis que por la política, por la forma estética que por el sustrato del combate, gente respetable, inofensiva, seria, madura.
Tal vez tenga razón Sarlo cuando dice que es preferible terminar ahora a convertirse en un autohomenaje que vive de las rentas del prestigio conseguido en el pasado. Tal vez ese final también indique el final de una generación intelectual que ya no puede dar nada más de sí.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno, piglia para sostener la revista tal vez y solo tal vez, digo, compro un premio literario. de la misma manera, quiza, piglia nunca intento formar arte de cierto compromiso de lucha.
de la misma manera tal vez piglia nunca fue un intelectual...

mariano dijo...

yo lo banco a piglia. ¿y còmo era? "la historia argentina es el delirio alucinado del sargento cabral antes de morir..." Hay una historia? hay una historia?

Anónimo dijo...

Soy de los que hacen de la guerra del cerdo un credo festivo y por eso celebro que, como generación de intelectuales, terminen de morir para que lo nuevo termine de nacer; el problema es que me parece, que no hay nada nuevo que ni amenace con llanto de chirlo en la cola.

Anónimo dijo...

los intelectuales argentos, durante su breve estadia en el lugar correcto, se han repetido en si mismos una y otra vez, coronandose en la elite redentora. es curioso, pues esta repeticion, que no es mas que reproduccion, termina por ser analoga a los partidos de izquierda, que son presos y careleros de sus propios discursos. es decir que no los han superado. y pasa lo mismo con cierta intelectualidad (sobrevivida)que solo posee una praxis de cafe literario.

Anónimo dijo...

me leo yo mismo (chusmeando si el salvaje recomentaba su post) y descubro que la próxima vez voy a escribir que "soy de los que hacen de la guerra del credo un cerdo festivo". Tanto más bello, no?