domingo, enero 28, 2007

Nazional Front Disco

Y sí, digamos que no tengo mucho que decir, o que las pocas ideas no salen, o que no hay ideas, o que la superabundancia de información tiene efectos deletéreos en la marcha, golpeada, y descangallada de este humilde blog.
Como sea, cuando pasa eso montémosnos sobre los hombros de mejores prosas y hagamos variaciones del mismo tema, un recurso vil pero, en fin, no estamos para ponernos exquisitos, precisamente.
La identidad es una narración. Está hecha de omisiones, inventos y datos semi-ciertos. Cuando miramos hacia atrás y pretendemos justificar nuestra manera de ser por las cosas que pasamos y vivimos, en realidad estamos inventando: estamos contando una historia. Y aunque haya testigos presenciales que nos digan "no, pibe eso no fue así. estás delirando", quién puede reclamar el monopolio de la verdad? quién puede decir esto fue así? Versiones, versiones.
Vuelvo al Nazional a partir del post citado más arriba. Otra época. La época de los llamados "años de Menem". Una época, niños, donde Puerto Madero era parecido a un set de filmación de una película de James Cagney, una especie de muelles de Brooklyn pero sin tapas de alcantarillas echando vapor. Me acuerdo del cartel que había sobre la calle hoy conocida como Alicia Moreau de Justo y la entonces conocida como Perón (no jodan con Macacha Guemes). Un cartel que anunciaba la construcción del nuevo barrio Puerto Madero y tenía dibujados yates y chetos con chombas rosas cenando en los restaurantes sobre el dock. Ahí estaba el campo de deportes del Nazional, enfrente de los que ahora es el Hilton y en ese momento era una delegación de prefectura donde -según alguna vez nos contó un prof de educ. física pasaban cosas raras en los setentas-.
Era la época también, justamente, donde la Franja Morada perdió su control del Centro de Estudiantes. Yo tenía 13 años y los radicales no me caían mal. Es más, tenía pegadas en la ventana de mi habitación calcomanías de Facundito Suárez Lastra y el Pocho Angeloz que nos habían regalado en un comité de la calle Formosa al 400 durante la campaña del 89. En fin, no entendía una mierda de la política nacional y nazional. ¿Qué será de todo eso: de Facundito, del comité de Formosa al 400, de Angeloz, de los 13 años, etc.?
En la economía simbólica - adolescente la Franja venía en baja y los de LEI subían sus acciones. Eso se medía en cuantas minitas se apretaban en las fiestas del Molino o de Casa Suiza, y créanme la Franja venía en falsa escuadra. Jaimovich, el Sifón, el Polaco. Grandes cuadros. Grandes camisas a cuadros que copiaban el Seattle del 93. Yo tengo un avanzado Alzheimer para esas cosas, pero tal vez Henry More recuerde nombres y apellidos con más detalle. Sí, seguramente formaron luego decenas de agrupaciones independientes en las facultades que tuvieron más o menos éxito, o que siguieron el pas de deux lentísimo y triste del devenir de esos claustros: maniobras orquestales en la oscuridad, siempre celebradas siempre fracasadas, ¿o acaso, como decía el querido y resentido campesino Pierre Bourdieu, ser estudiante es ser nada, ser un estado intermedio, pura expectativa cero presente, puro prepararse para? Igual, no habrán faltado en los swinging twenties de estos líderes nazionalistas fiestas en terrazas de Palermo, pasos de cumbia improvisados bajo los efectos del populismo cool recién descubierto, más fiestas en deptos mínimos de Congreso donde la puerta del baño siempre estaba trabada y en la cocina un negro grandote que obviously no era del Nazional -pero qué gran tipo era, eh- te convidaba esas cosas que mamá temía que te convidaran. Dicen que la pelotudez del Movimiento 501 surgió de la mente de ex chicos del Nazional. Dicen que la fundación de algunas de las más prósperas y redituables puntocom también surgieron de esas mentes brillantes. En fin, lo de siempre, tu viejo creía que te había mandado a la versión laica de la Sociedad de los Poetas Muertos y vos terminaste sentado al ladito de Cecilia Felgueras en los equipos técnicos de la Alianza. Cosas que pasan, cosas de la era Menem de las que no te redimís por haber llorado con el Catcher in the Rye a los 16 años.
La política sigue latiendo, a pesar de. Hoy en el página el Feinmann malo chicaneaba a Horacio González. Citaba una línea escrita por González en una revista juvenil de los setentas: "El centro de la política es el Hombre" decía González y Feinmann decía arteramente que desde Foucault el Hombre ya no es el centro de nada, no hay centros, o en todo caso lo principal es el estudio de los sistemas, de los modos en que el poder organiza la verdad y el saber. Creo que Foucault tenía razón. Pero esa verdad es estéril para la pasión política, por eso es necesaria olvidarla (o hacer como si no existiera) para poder actuar.
Cuando se me pasa el cinismo y pienso en esos chicos de 15, 16, 17 años que fuimos una vez y que a pesar de nuestros privilegios (hacíamos, justamente, como si) nos quedábamos toda la noche custodiando las urnas para que el vicerrector Lucio Sánchez no les metiera mano, o marchábamos (almas blancas) contra la Ley de Educación, o leíamos los confusos libros que nos caían en las manos tratando de aprender a argumentar politicamente, o creíamos ciegamente que esa abstracción llamada "educación pública" era LA respuesta; cuando pienso en eso siento algo parecido a la ternura y también algo parecido al desengaño porque todo lo peor que imaginábamos sobre a lo que este país se encaminaba no se hizo realidad, sino que fue superado hasta niveles que no podíamos ni siquiera concebir.

Sobre el campo de deportes del Nazional en Puerto Dinero seguramente se construirá un edificio horrible habitado por ricos grasas, hasta es posible que sea uno de los esperpentos de Faena, con unicornios de plástico y alfombras rojas...
¿Venceremos?
Nop, de eso estoy seguro.

4 comentarios:

Ruth dijo...

¿Puedo suspirar nostálgicamente? Mis 13, mis 13...

Anónimo dijo...

Encima Nop? Con p? Era eso necesario?

mariano dijo...

el infatilismo, maya, el infatilismo...
saludos.

Anónimo dijo...

Yo ya no recuerdo, estimado Licenciado, seguramente alguna fuerza oculta en mi inconciente ha borrado nombres y caras que no agregan ni quitan nada a la historia de mi vida.
Usted dijo algo: mentes brillantes. Fíjese el sentido que siempre se le ha dado a la palabra brillante. Han sido "brillantes" para conseguir lindos trabajos de asesores en el gobierno o en destacadas empresas, generalmente siempre ayudados por la mano amiga de algun padre, tío, amigo o hermano con "influencias".
"Pertenecer" tiene sus privilegios. Tal vez las mentes verdaderamente brillantes no "pertenecían" a los grupos selectos. Bueno supongo que estoy contando una historia tan vieja como la del Antiguo Puerto Madero, la de los docks y los containers con mercaderia podrida adentro.
Un abrazo.