sábado, septiembre 16, 2006

Fragmentos hallados entre los escombros del orden democrático

La revolución francesa para los franceses, la unidad bismarckiana para los alemanes, la guerra civil para los americanos, la revolución campesina para los mexicanos, el peronismo para nosotros.
La burguesía es el hecho maldito del país peronista, dice Cooke una noche de amargura frente al culo bamboleante de una mulata del Habana Libre, y ya no importa nada que la frase haya invertido sus términos, porque en política la aritmética es maravillosa y los factores de la ecuación cambian de lugar constantemente como encantados por el hechizo de Mickey Mouse en Fantasía, que ciertamente, es una película casi de la época peronista.
Y qué importa todo eso. Qué importan los libros ya escritos, los círculos de lectura en departamentos art-nouveau de Esmeralda y Corrientes, los panfletos sesudamente redactados por linotipistas emigrados, los programas industrialistas pergueñados en piezas de pensión. Qué importa el cruce esforzado de Marx con Perón, de Juan XXIII con Hegel, de San Martín con Velazco Alvarado, de Roberto Arlt con... Qué importa todo eso, repito, una vez más, cuando el momento político es más parecido a una bota aplastando una cabeza, a unos pobres diablos arriados por un basural esperando el tiro como el conejo que espera el disparo para salir corriendo con todos los galgos, los galgos, atrás.
Nuestro Vietnam ya no es campo fértil para los laboriosos poetas criados al amparo del fulgor menemista. Merecían, es cierto, una época más dulce que la que les tocó en suerte. Intentaron, hay que reconocerles, enhebrar una poética de esos días de lamé dorado. Trataron, es justo decirlo, de ser mejores que sus padres: más bellos, más tolerantes, más amables. El ángel de la Historia (si es que hay una historia) tiene la vista clavada en las ruinas que deja a su paso y, sin embargo, sin embargo, se mueve siempre hacia adelante.
Qué va a quedar, nena, cuando las fiestas acallen su murmullo, qué va a quedar cuando las palabras dejen de nombrar el mundo, cuándo las metáforas no alcancen más: nosotros en la calle, a oscuras, volviendo a casa. El sol despegando el oro de las piedras. Los pequeños ruidos del mundo girando sobre su eje abollado. Cuando sea así, no tengas miedo. Cuándo sea así acordate, querida, que la Historia es sólo una puta sencilla.

(borradores, borradores, es todo lo que puedo escribir por ahora, sepan disculpar)

3 comentarios:

P.S. dijo...

´Que vuelvan entonces los fuegos del mayo francés: "seamos realistas, pidamos lo imposible"

Anónimo dijo...

es buenisimo el texto, pero es cuando me pregunto si en el blog, lo bueno no se hace efimero, alejandro.al-jazerra, (tengo problemas con la clave).

Ulschmidt dijo...

los borradores son excelentes. Adelante pues, escriba.