miércoles, mayo 03, 2006

Reencuentro con Rainer

Rainer me llama el otro día a casa. Está en Bs.As. Está desarmando todo para irse lejos. Lejos, nuevamente. Habla de una beca en una Universidad del Medio Oeste. Pienso, al otro lado de la línea, en campus nevados, en camionetas con viejos farmers mascando tabaco, "¡gasolineras!" tengo ganas de gritar, tartas de arándano, rubias pecosas, psicópatas pajeándose con los zapatos de sus madres, cubiertos por una bandera nazi. Veámonos, Rainer, le digo. Veámonos, me dice.
Nada está librado al azar. Nada está fuera de un cierto orden misterioso y sugerente. Nos vemos cerca del Nazional. Avanzo por Bolivar y lo veo, más viejo, más cansado, sentado en las escaleras. Los tilos. La iglesia. Las chicas y los chicos. El florista tantas veces allanado por la policía. ¿Caminamos?, me dice. Caminemos.
Cuando le pregunto por qué se va, Rainer no me mira y prende un cigarrillo y me pregunta si me acuerdo de X. Le digo que no, no tengo registro de ningún X, aunque mi memoria para los nombres no es muy buena. X, dice, un pibe flaco y chiquito que estuvo un año en nuestra división. Nunca hablaba, no salía a los recreos, nadie le hablaba, usaba unas camisas muy raras a cuadros y una mochila toda rota. Se fue en tercer año sin despedirse de nadie. Intento recordar a X y creo reconocer una sombra pequeña, inclinada sobre el pupitre, al fondo del aula. Nunca hablé con él. ¿Te acordás lo que había escrito en el pupitre?, me pregunta Rainer. No, a tanto no llegan mis recuerdos, le respondo. Rainer pita el cigarrillo y dice "Auxilio". Eso: Auxilio. Escrito por todos lados, con birome, con marcador, con liquid paper, grabado a fuerza de punzón sobre la madera: Auxilio. Nada más.
Llegamos a Parque Lezama. Rainer me cuenta que su habitación del campus tiene una vista deplorable: los fondos de una lavandería, un estacionamiento, un pedazo de cielo. Hay una chica, dice. Siempre hay una chica, le respondo para joderlo. No, no siempre hay una chica. Hay una chica que sale a fumarse un cigarrillo todos los días a las 2 de la tarde y otro a las 5. Trabaja en la lavandería frente a mi ventana y en el cigarrillo de las 2 se la ve cansada. Se ata el pelo negro con una cola de caballo y juega con la nieve sucia acumulada en el playón. Ahí me da pena por ella. Pero en el cigarrillo de las 5 ella ya está cambiada y con el pelo suelto y el viento juega con su pelo levantándolo como si fuera una bandera pirata y ella lanza el humo del cigarrillo contra el cielo del atardecer y yo puedo, desde mi ventana, adivinar cada una de sus volutas, cada uno de sus soplos, cada una de sus exhalaciones. Y ese es mi mejor momento del día, el más esperado, porque ella fuma su último cigarrillo y seguramente está feliz de volverse a su casa. Y yo también estoy feliz por ella.
No digo nada por un rato. Nos sentamos sobre la balaustrada del parque y le recuerdo nuestra excursión a ese mismo lugar, años atrás, cuando teníamos 16 y estabámos enamorados de los personajes de sobre héroes y tumbas. "Alejandra", dice él. Sabato me dejó de gustar ni bien cumplí los 17, le digo. No se cómo nos podía gustar tanto ese tipo, vuelvo a decir. No nos gustaba, dice él, queríamos vivir una historia así y encontramos ese libro y creímos que nos hablaba a nosotros. Sabato nos importaba una mierda, dice, lo único que queríamos era que una chica se fijara en nosotros y pudiera leer mágicamente todo ese sufrimiento y nos dijera "ya está, ya pasó, nunca más vas a estar solo". Boludeces, dice Rainer, nadie lo hace. Nadie nunca puede entender a otro de esa manera. Y es bueno saberlo de una vez por todas.
Le pido un cigarrillo. Ya es tarde y el sol está bajando. Unos metros más allá un tipo discute con la novia. Obreros pasan con sus bolsitos al hombro. Los autos fluyen por el torrente sanguineo de Paseo Colón. Miro la barranca del Parque y lo miro a Rainer y Rainer me mira y le digo si se anima. Y Rainer salta la baranda sin decir nada y empieza a correr barranca abajo y yo me suelto atrás suyo y parece que nos caemos pero no, seguimos en pie y todo se acelera y veo su espalda alejándose de mí. Y tenemos 16 años otra vez.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

mejor un buen recuerdo que un mal reencuentro?, alejandro

mariano dijo...

Siempre son mejores los recuerdos que los reencuentros. Porque los recuerdos los vamos armando nosotros mismos a nuestra medida. Con los reencuentros las cosas son diferentes.

Emilie dijo...

Algo más de vos: fuiste un chico del COLEGIO. Los ex-nacional nunca omiten ese dato.
Lindo post!

mariano dijo...

yo le digo "nazional". ya te daràs una idea de mi opiniòn sobre el colegio.

Emilie dijo...

aha,ok ok! si me di cuentad que lo del "Nazional" no era arbitrario

marina dijo...

yo salía con el negrito que vendía flores en la esquina. no me acuerdo el nombre, tenía un nombre muy lindo. después se lo llevaron preso por dealer. lástima.
pero eso no es lo importante: buena literatura, canal.

Henry dijo...

Kanal, menos mal que yo no soy Rainer, menos mal que los dos somos un poco Rainer. Me gustó mucho el post. Pero usted sabe que lentamente el pasado se está borrando de mi, me atrevería a decir no tan lentamente. Mi memoria es como la de una computadora sometida a los efectos de un campo magnético. Y por cierto que creo que es necesario para una nueva vida olvidar muchas de las cosas que ya no sirven para otro camino. Como cuando uno vacía cajas con cosas guardadas hace muchos años. La verdad, no quiero volver a los 16 años. No siendo yo mismo por lo menos. Si reencarnara en otro tal vez podría ser más interesante. De todos modos me ha gustado mucho su escrito. Es emotivo.
Besos.

Ruth dijo...

Qué tierno, ¿no?

mariano dijo...

Marina: recuerdo el incidente del florista, lamentablemente no me puedo acordar como se llamaba.
Henry: Rainer es nadie y al mismo tiempo un híbrido de muchos. La escena de parque lezama, claro, está basada en "hechos reales" pero lo demás es camelo puro. Yo también comencé a borrar cosas, creo que no podría decir el nombre y apellido de la mayoria de nuestros ex compañeros. mejor así.

Anónimo dijo...

la escena final del parque,remitio a la nota a un story board para propaganda de sedal, agulla&baccetti

mariano dijo...

Anónimo: era wellapon no sedal.

Anónimo dijo...

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