El primer acercamiento de Rainer a las drogas no fue, como podría suponerse, en el Nazional Bs. As. Fue en una extravagante fiesta del Frente Grande en vísperas del 19/12/2001. Rainer cursaba entonces su "degree" en antropología y el motivo de su presencia en la casona del Frente era una chica de la cual estaba, previsiblemente, enamorado. La chica había mencionado en una clase de Panesi el nombre de Walter Benjamin, pero lo que calentó sobremanera a Rainer fue cómo pronunció el nombre: "Válter Béniamin". La erección de Rainer fue importante.
En la casa del Frente empezaron sirviendo empanaditas y vino en vasitos de plástico; sonaba a todo volumen alguna chotada ad hoc (digamos Viglietti) y las sonrisas de los rostros frepasistas eran tan amplias como pueden serlo en quienes se han sacado de encima la pesada tarea de la administración de la polis. El nombre Duhalde se pronunció muchas veces. El nombre Cavallo también. El nombre De la Rúa fue obviado. Alguien citó a Portantiero y a De Ipola, tal vez Portantiero y De Ipola estaban en la fiesta también. Rainer buscaba a su chica y no conocía a nadie, la desesperación lo empezaba a rondar. Subió a la terraza y se encontró a su amada a los besos con una mujer con pinta de profesora del Rojas: una aplicación práctica de la teoría queer.
Cuando bajó ya habían fusilado al DJ y ahora sonaba Bigmouth Strikes Again al mango. Todos cantaban el estribillo y se acordaban de Chacho.
En el baño conoció la sustancia blanca. Cuando salió se paró en un rincón a mirar el espectáculo: habían llegado Liliana Chernajowsky y Darío Alessandro; un asesor de Diputados bailoteaba frenéticamente; un viejo choto invocaba las "formaciones especiales" del peronismo; el fin de fête aleteaba como un murciélago feroz sobre toda la Humanidad.
Antes de irse, Rainer escuchó atentamente Revolution Rock: ¿era un presagio o una ironía?
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