sábado, enero 21, 2006

No es mi generación (thanks God)

Hay alguien en Página/12 que extraña los pulóveres peruanos:

"Y empezaba una búsqueda personal y colectiva al mismo tiempo, que primero que nada fue una búsqueda de iconos, emblemas, una búsqueda temática: mi generación vino al mundo enchufada y el órgano de difusión de entonces era el Expreso Imaginario. Usábamos zuecos del gurú Maharaji, telas de batik y olíamos a patchuli. Esa búsqueda nos llevó a los primeros hallazgos unplugged de nuestras vidas: el sikus, por ejemplo, de pronto sonó en nuestras cabezas con una dignidad ya repuesta de los “Aquí Cosquín” de Julio Mahárbiz."
"Pero después, gota a gota, fue cayéndonos encima la lluvia de la posmodernidad, capturando nuevamente nuestras percepciones y nuestros intereses. Y también fue cayéndonos encima la vida, fuimos haciéndonos adultos, y aquella temática indígena que nos había deslumbrado fue empapándose de una acusación: ¿a quién le importan los indios? Ya nos vestíamos de negro y sacábamos del living los retablos peruanos y las quenas bolivianas. Venía el minimalismo y lo net y lo soft y lo light y lo hard y lo tecno y lo pop. Venía, de nuevo, el olvido."

Con todo respeto: pasar del batik y las quenas, del patchuli y los souvenires de Machu Pichu a "lo tecno, lo pop, lo hard, etc." es toda una evolución. Al menos en lo que a buen gusto se refiere.
Leyendo estas cosas uno entiende mucho mejor los últmos 25 años de historia argentina.

2 comentarios:

SL dijo...

También es genial esto: "Recuerdo que por aquella época publiqué algunas columnas en la sección Opinión del diario Clarín. La primera se llamaba 'Los que tienen veinticinco años', y terminaba diciendo, casi textualmente, 'cometimos el pecado de crecer en un tiempo oscuro. Merecemos un lugar'"

Cómo que CASI textualmente? No será que lo exageraste un poco? Entonces para qué va en comillas, sandrita?

mariano dijo...

Es que a "esa época" no llega el buscador de clarin.com y la memoria es frágil y los humos de patchuli han enloquecido a las mejores mentes de esa generación, como bien lo denunció una vez una loca llamada A. Ginsberg.