viernes, noviembre 11, 2005

Hoy le robamos a:
Marcel Proust. Un seudo Marcel viaja en la Línea A, huele la magdalena y sale esto.
Cuando el subterraneo comenzó a andar me sumergí profundamente en la lectura de A la sombra de las muchachas en flor, pero mi ánimo no estaba en una disposición adecuada para la concentración que requería tal lectura, y por el rabillo del ojo veía yo desfilar rápidos los muros oscuros del subterraneo, y esa visión de paredes siempre fugitivas y oscurecidas por el hollín me sumía en pensamientos largo tiempo olvidados y me remitía con su furibundo dejar atrás, siempre atrás, a una época de mi vida que creía haber ya superado. Y así, el rumor siempre monótono del tren fue desvaneciendo como por arte de magia el tiempo concreto que nos rige casi siempre cuando permanecemos en vigilia, y en su lugar fue creciendo un tiempo de una especie diferente que no se medía en segundos y minutos sino en el particular ritmo con que los recuerdos que creíamos olvidados emergen de pronto; y sucede que ese largo olvido en el cual han hibernado parececiera haberlos protegido contra el desgaste natural que la vida le produce a nuestras sensaciones, dejándolos intactos y con la misma frescura y el mismo color con que los habíamos experimentado años atrás, en una cena de la cual olvidamos ya todo excepto ese detalle que ahora resurge, en un paseo del cual no recordamos nada salvo un cierto matiz del crepúsculo que entonces nos hizo derramar una lágrima, y que ahora al reencontrarlo tan prístino nos hace levantar la cabeza del libro que leíamos y mirar las caras de los demás pasajeros para comprobar, con cierto alivio, con cierto pesar, que solamente se trataba de una evocación de momentos ya idos. Así pensaba yo mientras a mi alrededor el subterraneo cruzaba estaciones, Piedras, Lima, Congreso, Pasco, Miserere, sin notarlas como si fuesen parajes fantasmales contra los cuales mis recuerdos ahora revividos resultaban opacos y refractarios. No es extraño que en aquellos momentos en que la remembranza se apodera de nosotros con tal fuerza algún elemento de la realidad exterior venga a imprimirse y confundirse con las imagenes que surcan nuestra mente, y de esta manera, cuando el tren se había detenido en la estación previa a mi destino, mis ojos observaron la figura de la muchacha sentada dos asientos delante mío, y su rostro desconocido fue para mi en ese momento como la última luz del sol que el condenado veía al ser conducido al patíbulo a través del Puente de Venecia, porque la belleza de una desconocida tiene a veces mayor fuerza que las gracias del rostro de la mujer amada, ya que la mujer que para nosotros es un enigma irradia una belleza que sabemos destinada a perderse para siempre en la multitud de la ciudad, y asi nos decimos a nosotros mismos "he ahí un rostro que nunca más volveré a ver" y esa conciencia de la inevitable separación que sobrevendrá en pocos instantes nos obliga a apreciarla con más fuerza y atención, como el viajante que desde la ventanilla de un tren que corre por la pradera divisa una puesta de sol o el perfil de una aldea de campaña y se acoda en el antepecho de la ventanilla tratando de asegurar que sus ojos vayan a registrar para siempre ese paisaje que el movimiento inexorable del tren se esfuerza por dejar atrás.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

estas vivo!!!

mariano dijo...

sí, maya, todavía estoy vivo, o por le menos pienso que lo estoy. proust no, esta muertito hace rato y por eso le podemos robar impunemente.

Anónimo dijo...

Hello.

Since you are interested in Marcel Proust, I submit my site to you where I
have just placed a series of “recomposed photographs” relating to him.
It is of course about a disguised tribute, even if certain “images” can
to appear irreverent.
I tried, in this series to restore the spirit at the time and to find the actors associated of them with characters with
"In Search of Lost Time", of which that of Narrator and… the author.
www.gerard-bertrand.net

mariano dijo...

Merci beaucoup, Gerard. Votre page est tres bonne. Toutes cettes images de Kafka et Proust sont un veritable hommage pour Franz et Marcel. Nous sommes tous a la recherche du temps perdu, nous voulons tous retrouver cette epoque. A bientot.