Visitar Parque Rivadavia
un domingo a la tarde
entre Rosario y la Avenida se acumula
un rosario de aventuras, de fallidos intentos
de encontrar el eslabón perdido, la obra
descollante que salve el tedio y
cuide el bolsillo
Entre tapas amarillas de anagrama
tan caras como el amor correspondido
pequeños tesoros aguardan:
Nabokov y Ballard mis preferidos,
Galeanos y Benedettis con oriental
gris de oficina pública
nunca serán comprados por mí,
tal vez mis gustos se decanten por una vieja revista
Libre (o Muerte) donde Nacha Guevara
exhibe su carne malgastada
en noches de Palladium tan lejanas,
o un disco de Zappa que excede mis monedas
y así lo dejo, pasando de un puesto a otro
como la amante rápida que busca en cada
catre lo que no encuentra en ninguno
ya termina la excursión y vacío
de premio vuelvo a casa
retornaré alguna vez con los bolsillos llenos
y entonces todos los divinos tesoros serán míos
Las Siete Pilares de la Sabiduría retiemblan
pero ya estoy muy lejos para gozar con
su caída.
2 comentarios:
Me gustó. Ese parque es parte de mi vida. Me gustño en serio. Me emocionó.
Gracias, Terranova. Creo que para muchos el Parque fue nuestra verdadera biblioteca universitaria, supliendo el estado paupérrimo de la UBA. Tambíen fue mucho más, claro: música, revistas, autores desconocidos, consuelo en épocas de vacas flacas, etc..
Publicar un comentario