Che, ¿pisoteo algún sacramento si digo que la columna de hoy de Alberto Fernández me hizo lagrimear? ¿Me quedo afuera de algo si digo que recordar esos días de 2003 me hizo estremecer? Esos días grises de la reconstrucción. Los días entre las ruinas de la batalla del neoliberalismo y el pueblo argentino. Esos días donde el adjetivo kirchnerista era exótico. Los días donde un presidente desconocido enhebraba ese divino misterio político de la legitimidad.
Qué lejos parece ese 2003. Ocho años tienen su peso, sí. Biográfico y político. Pero que fuerte sigue siendo eso que se encendió entonces. Todavía seguimos calentándonos a su alrededor.