Me siento muy identificado con lo que cuenta Mairal en el Remisero absoluto. Pocas desgracias como ser varón, niño y patadura. La experiencia de la soledad es demasiado fuerte, demasiado real, para que sea vivida por un niño. Y esos momentos, en el patio de la escuela, en que el "pan y queso" te iba relegando al último lugar, al lugar triste del descarte, fueron mi primer contacto con la soledad, con el sentimiento de saberme absolutamente fuera del mundo. Dentro del aula eramos pares, amigos. En el patio se daba subitamente toda una jerarquización: los buenos jugadores, los intermedios, los de "relleno" y, muy muy al final, los troncos. Siempre a la defensa, siempre a la defensiva. Que no se note que estoy, que no me la pasen dios mío, que no la mande a la mierda, concentrate gil, mirá la pelota y pegale para adelante, lejos, bien lejos de mí, y después a seguir sufriendo, ya falta poco, ya toca el timbre, ya termina, dale timbre puto soná de una puta vez.
En la secundaria me encontré con varios pataduras como yo y juntos formamos tal vez la peor defensa de la historia deportiva del Nazional (aunque corre la leyenda que Mario Mactas y Lani Hanglin eran peores que nosotros en los 60s). Javier Alvarez Dasnoy en el arco, Piwi Ferster y Román "el poeta perdido" Antopolsky de centrales, Henry More de 4 y moi de marcador (já) de punta izquierda. Extrañamente, locamente, logicamente, nos hicimos amigos de entrada como si esa carencia de habilidad tan apreciada por los demás nos marcara un destino común no sólo dentro de la cancha sino también afuera, en la vida. Y juntos, siempre juntos, nos escabullíamos de los partidos de fútbol y hacíamos que jugabamos al más civilizado básquet o tomábamos sol o hablábamos de boludeces con Dalago, viejo profe (¿jubilado?) de gimnasia del Nazional.
Todavía hoy me pone incómodo patear una pelota que se les escapa, no sé, a los pibes que juegan en la plaza, tengo pavor de mandarla a cualquier lado, de quedar como un boludo. Y lo peor es que nadie te está mirando, que esa verguenza ya está demasiado adentro como para sacártela de encima tan facilmente como un remate a gol con el arco vacío.
6 comentarios:
the stars of track and field are beautiful people, los del fulbo qué sé yo.
Estimado amuigo: Yo tengo una teoría al respecto. Creo que justamente el jugar bien al fútbol es una cuestión más psicológica que de habilidad física. Nosotros éramos tímidos y, por ende, marginales. Aunque la marginalidad tiene, en nuestros casos personales, otros motivos, uno de ellos el desprecio a la boludez ajena, y, en el caso del fútbol, el creerse habilidoso. Porque yo creo, Licenciado, que la diferencia entre nosotros y ellos era que ellos se creían buenos jugando, tenían la autoestima alta, mientras que nosotros la teníamos por el suelo. Porque a decir verdad, nosotros no fuimos compañeros ni de Maradona, ni de Riquelme, ni de Bochini, ni de Messi. Fuimos compañeros de simples mortales como nosotros, pero con actitud diferente a la nuestra, con actitud de creerse buenos sin serlo. Nosotros, eternamente pesimistas, ante la primera pifia nos sentiamos totalmente estúpidos. Es decir, solo necesitábamos un poco de divan, querido camarada. Ah, y a propósito, este domingo armamos partido con la gente del Comando, Peluzon y otros amigos. No falle.
Rollo: la de habilidad futbolística es una de las variables más influyentes dentro de la economía de los intercambios simbólicos de la vida escolar.
Henry: concuerdo con su teoría. Desde chicos adherimos a la tesis de que el verdadero estilo reside en las carencias y en las diferencias que estas dejan al descubierto. "Nosotros y ellos" esa oposición maldita que construyó buena parte de nuestras personalidades.
che, porque no van a lo de victor hugo y perfumo a contar esta historia, que bien podia ser leida por alejandrito apo (que no tengo idea de como se escribe. por otra parte creo que hay jugadores inteligentes y otros habilidosos...bueno ustedes, ejem, y el metegol che no les va...
Vikinny: Usted era habilidoso, hay que reconocerlo, pero nosotros con mas técnica hubiésemos sido unos buenos laterales del Bayern Leverkusen, sobre todo Kanal y su afección por las historias de frío en Berlín. Fuimos buenos jugadores, pero la historia nos olvidó La profesora de Historia.
tendríamos que ser una hermandad y ver qué tenemos en común.
te cuento que viví en brasil por seis años cuando era más pequeñito. y te lo digo posta, posta: lo que nos pasa en argentina no es nada.
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