Margen al robo, al ladrón bendito
al que mira en lo tuyo lo tuyo
anhelante de miel y espejo que
seca por beber en lo ajeno.
De expresión rápida al ser
salido de beso -esa es
su lámpara de suerte: hoy
estoy acá, porque ayer
estuve ahí.
Y festeja entonces
con diez cascabeles en sus brazos-
fiestas en las torres
en la ciudad solitaria: el
espíritu de una viuda.
En abrochado pasto, no
sabe caminar en él-
sólo espera, dichoso
un nuevo cuerpo espesurado.
Tú tienes el tras de todas las puertas
tu acción cuadrada, el mayor espacio
Unete a
soplar y
vuelve en el aire
a la piel de los callejeros.
Así serás el único
mortal dador
transparente de
cosas a ojos
vistas.
(Román Antopolsky, Ádelon, ediciones tsé tsé, Buenos Aires, 2003)
Lo conocimos cuando teníamos 12 años, ahora es poeta y ya no lo vemos más. Los astros nos han dicho que el año que viene lo reencontraremos. Si van al Astral o a la Academia entrada la noche tal vez se lo crucen.
2 comentarios:
He releído el poema de nuestro amigo y me ha gustado más que ne aquellas primeras lecturas. Tal vez hemos sido injustamente críticos con el poeta del Palomar.
Ese poema me gusta mucho. Pero releyendo Adelon, me sigue pareciendo demasiado lejano, demasiado frío, demasiado críptico. Bueno, casi una descripción del personaje que le cabe muy bien a la obra.
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