domingo, agosto 27, 2006

Vengo de comulgar y estoy en éxtasis

"Me despierto a las seis. La semana pasada, mientras removía la tierra del jardín, oí las campanas de la Trinidad. Iré el domingo. Me arrodillo pero estoy demasiado conmovido para articular una oración coherente. Quiero pedir felicidad para mi hija y mayor capacidad de comprensión para mí, pero es un sentimiento rudimentario y próximo al llanto. Tampoco es cuestión de llorar en el comulgatorio, ¿verdad? Las velas, las llamas son innumerables, y buena parte del rito es antigua y audaz. Creo en Dios Padre. ¡Qué declaración tan valiente! Los movimientos del sacerdote, los monaguillos y los comulgantes son como una especie de pavana. Cuando se aproxima el misterio de la Eucaristía, suena la campana de la torre. Estoy conmovido. Al salir de la iglesia me despido del sacerdote, que se ha quitado las pesadísimas vestiduras -herencia del demacrado niño del coro que bendecía a esta grey- y se ha puesto las vestiduras blancas de la misa. 'Buenos días, John', dice. Es el mismo sacerdote -anónimo y no buscado- que me dio la comunión la última vez que creí estar moribundo. No lo había visto desde entonces. No hablamos de la Voluntad de Dios. Nos limitamos a un fuerte apretón de manos y a una carcajada. Los dos lloramos. Llueve torrencialmente y al ir de la iglesia al coche y del coche a la casa me mojo tanto que tiendo la ropa en la cocina. Quisiera llamarle, pero no lo hago."

John Cheever, Diarios.

martes, agosto 22, 2006

Crítica de cine epigramática

"Volver" de Pedro Almodóvar: una mezcla fallida entre La casa de Bernarda Alba, El cielo puede esperar y las tetas de la Magnani en Mamma Roma.

Extrañamos tanto a Victoria Abril...

Sobre un tema reciente (o no tanto)

La Argentina, ese país que vivió durante décadas del dudoso orgullo de ser "distinta" a sus vecinos, con ese orgullo entre racista blanco y desarrollista modernizador, muestra en casos crueles de la crónica diaria su rostro más atrasado. Su rostro de país todavía dominado por sectores medievales. Los dos casos de chicas con retraso mental violadas a las que se les impide el aborto, da cuenta del verdadero estado de la relación de fuerzas en este país. Porque de lo que se trata (y perdón porque esto ya va tomando un tono editorial paginodocesco, tipo Pasquini Durán) puntualmente en estos casos no es ni siquiera del "derecho al aborto" sino de la aplicación lisa y llana de un artículo del código penal que habilita el aborto en estos casos límite. Sin embargo sectores numéricamente minúsculos logran operar sobre las instituciones para imponer sus puntos de vista reaccionarios, atrasados, y fundamentalmente, crueles con los más débiles. Los mismos sectores que acarrean a las nenas de colegio privado para piquetes frente a la Legislatura en contra de la Ley de educación sexual, los mismos sectores que escriben cartas a los diarios pidiendo levantamientos de programas de televisión. Esa gente que uno quisiera pensar que se extinguieron, no sé, en el gobierno de Onganía, pero que tienen, lamentablemente, una existencia real.
Por otro lado, los (y las) intelectuales "progresistas" de este país parecen indiferentes ante estos dramas: no ven ahí el famoso conflicto "barbarie/civilización" que tanto gustan de agitar en sus cátedras. Se indignan, por ejemplo, contra el american way of life y el gobierno norteamericano, olvidando que las mujeres del supuestamente puritano y ultraconservador país del Norte gozan del derecho al aborto desde hace más de 25 años. Mientras tanto, en la moderna Argentina, en la sarmientina, alberdiana, sarleana, borgeana y blanca Argentina, las sotanas siguen mandando.

viernes, agosto 18, 2006

Qu'est que c'est la poésie?

Tal vez el más secreto de los poetas contemporáneos tiene blog propio.
(action writing pour la gallerie)

martes, agosto 15, 2006

Andy got a gun

"Andy fue a Israel y tuvo que esquivar misiles"

Y después dicen que el blog no puede ser un género fantástico...

House Organ

"La UCR al borde de la fractura"

Y después dicen que Kirchner no hace buenas cosas...

martes, agosto 08, 2006

Historias de Rainer: Regreso sin gloria al Nazional

En cierta película que Rainer veía frecuentemente los domingos de tedio por Hallmark Channel dos amigas entran en pánico ante la inminencia del reencuentro con sus ex compañeros de secundaria en una fiesta por los diez años de egresados. La ironía sin límites del destino quiso que el teléfono sonara en casa de Rainer justo cuando él veía por decimoquinta vez aquella película: una invitación para reunirse con motivo de la larga década transcurrida (¿cómo? ¿cuándo? el tiempo es tan relativo...) desde su graduación en el Nazional. Rainer, no era, no es, gracias al cielo, Lisa Kudrow ni Mira Sorvino, pero la conjunción de la película y las desgracias de las dos chicas allí plasmada podía ser tomada como una anticipación farsesca del evento al que, sin dudar, acudiría.

No había que llegar solo. Consigna de guerra de guerrillas. Rainer buscó un viejo teléfono anotado a los 16 años en el margen de una carpeta de latín, confundido entre dibujos de pijas que entraban por la boca del rector Sanguinetto. Un viejo camarada que no veía hace mucho: de chico pintaba para genio precoz, tenía una habitación en la terraza y escondía comics de Manara entre viejos tomos del Tesoro de la Juventud. Una vez filmaron un corto en VHS llamado "Bergman para principiantes", una versión para niños maníaco-depresivos de El Séptimo Sello.
Bien, ahora el genio precoz (lo llamaremos Christopher Walken) atendía un call center. Se jactó de utilizar ese empleo para predicar la Verdad. Al parecer, las respuestas que daba a los clientes seguían un patrón acróstico, las letras iniciales de cada frase formaban un Mensaje-Nunca-Antes-Revelado que de llegar al destinatario correcto podría modificar el rumbo de la Humanidad: las sequías eternas del Chad; el vuelo érratico de los gansos canadienses que se estrellan contra aviones de la TWA cada primavera; la misteriosa desaparición de turistas alemanes en las playas de Tulum luego de levantarse felices a una mexicana putona; los alaridos de dolor y placer que salen de los bosques americanos ciertas noches y vuelven locos a los niños; el suicidio en masa de gatos de angora que se arrojan de los brazos de sus rechonchas amas desde el barandal de la Torre Eiffel; luces extrañas en el cielo; peces chicos que devoran a los grandes; gente que se vuelve invisible sin razón aparente...
De más está decir que Walken era el acompañante perfecto para Rainer.

Hay un único tema en una reunión de ex compañeros: "en quién te convertiste". Todo pasa por ahí y el encuentro se convierte en una justa patética de logros y fracasos, de patitos feos devenidos cisnes y viceversa. Por ejemplo: ahí estaba la atorranta punkie convertida en ejecutiva de Repsol-YPF; más allá el energúmeno acomodado semianalfabeto ahora mano de derecha (sí, bien de derecha) de Horacio Rodríguez Larreta en sus bucaneras aventuras políticas; un pibe que no distinguía entre primera y segunda guerra mundial (para no hablar del Bajo y Alto Imperio egipcio o cualquier otra dicotomía histórica) ahora era adjunto de Historia política en la Di Tella. También había un budista con cirrosis crónica, un poeta multilingua, un sociólogo desempleado que publicitaba a los gritos su blog, un médico con "licencia indefinida" después de... digamos... dejar 90% paralizado a un paciente que había ido a atenderse de sinusitis.

Diálogos, diálogos, revoloteando por el aire, saliendo de bocas y entrando en enrrojecidos oídos:
- Pensar que Darío Lopérfido daba un taller de periodismo a los pendejos de cuarto año... bueno, ahora no podría ni eso.
- Ese chico no sé si te acordás (R. P. P.) que seducía nenas hablándole del Arte de amar de Ovidio bajo los tilos de Bolívar y militaba en Franja... bueno, ahora hace cine piquetero y curra lindo en los "foros sociales". ¿Qué cómo lo sé? Bueno, me lo encontré el otro día en Amérika...
- Sí, sí, T. E., sí, el hijo del que rajaron de Radio Nacional a fin del año pasado, también me lo crucé pero no en Amérika, en un lugar peor...
- Ahí está el chabón que en el campamento en San Pedro tuvo que ir a la guardia del hospital luego de una fellatio... horrible, sangre por todos lados... esa noche dormimos en el baño del camping... el hijo de puta ahora tiene una novia increíble. Hijo de puta, qué pedazo de mina.
- De ese nunca más se supo nada. Como si hubiera desaparecido. Por ahí se murió o se fue del país. Por ahí sólo desapareció, ¿entendés?, sólo desapareció y listo. Desaparecer. (Walken dixit).
- La cosa es así: ponés el agua a hervir y le echás de a poco el cilantro y...

- La cosa es así: ponés la guita en un fondo común de inversión bajo jurisdicción americana y...
- La cosa es así: ponés a la mina en pelotas con una almohadón bien gordo abajo y...
- La cosa es así: ponés el cuerpo en una bañadera llena de ácido sulfúrico y...

Cuando ya todo había sido dicho y los discursos se interrumpían para dar paso a las despedidas, al regreso al hogar, a sacar el látigo de puntas de acero del armario y proceder a flagelarse en la santidad privada por nuestras vidas fracasadas y nuestras desdichas nunca asumidas, Walken pidió cinco minutos de silencio en memoria de los "caídos en combate". Rainer lo vio desde un rincón evocando una poesía de Whitman que gritaba hurra por los hundidos. Sus ojos alucinados de masturbador perenne se llenaron de furia, extendía los brazos gesticulando como un enloquecido Ahab ante los infieles marineros del Pequod. La Verdad estaba pronta a ser revelada. Sólo bastaba poner atención a los pequeños detalles de todos los días. Este encuentro mismo podía ser un signo. Todo es un signo, gritaba demente. Amigos, les decía, amigos, el Mensaje ya ha sido escrito, sólo resta leerlo.
Rainer intentó hacerlo callar, evitar ese rídiculo espectáculo ante esa rídicula audiencia. Los demás reían y hacían chistes, se los notaba aliviados, al fin y al cabo habían encontrado a alguien más loco que todos ellos, a alguien más débil, a alguien más risible.
Se fueron caminando los dos hacia Diagonal Norte. Algunos iban a una fiesta. Otros, otros sólo desaparecían de repente.
Sólo eso, desaparecían.

lunes, agosto 07, 2006

Ciertos usos de la palabra política

Ah, los posmodernos... abusando siempre de la palabra política, usándola en contextos inverosímiles, cuando fueron los primeros en decretar su muerte. Las minifaldas son políticas para ellos, los implantes de siliconas también, las instalaciones en bienales de arte, los stencils, los bares temáticos, las chicas con pelos de colores, las últimas novedades llegadas de los campus norteamericanos - siempre con esos subtítulos predecibles: a political struggle-; esa pasión por los márgenes, por las supuestas grietas del "sistema"... como si la historia se hubiese de pronto trasladado a lugares pequeñitos, accesibles sólo para los iniciados, para aquellos con el gusto educado en las buenas cosas de la vida.
¿Alguien recuerda la lejana época en que la palabra política evocaba la lucha por la existencia, el poder, el fuego, la violencia, el nosotros o ellos, en una palabra?
Sí, ya sé, recuerdos de un modernista.

jueves, agosto 03, 2006

Literatura y playa

El lee un fragmento de "A la sombra de las muchachas en flor" en la playa. Cinco adolescentes con vestidos de gasa caminan por Balbec: una lleva una bicicleta, otra una sombrilla, otra un sombrero que el viento se emperra en voltear, dos van abrazadas y ese abrazo entre chicas le produce a él, y también al narrador, una instantánea erección.

***
Su mujer le pide esa noche que la lleve al cine. Caminan por la peatonal de esa playa y él no puede dejar de mirar a las adolescentes bronceadas que marchan hacia los boliches, algunas abrazadas entre ellas. No tiene hijas y se pregunta como reaccionaría ante la presencia de las amigas de esa hipótetica hija: los cambios de vestuario en el baño, encuentros incómodos en el pasillo, cambios de ropa sugestivos. Su mujer le consulta sobre la película y él baja, avergonzado, los ojos.

***

Más tarde, de vuelta en el hotel, le hace el amor a su esposa. Lo disfruta y hasta llega a acompasar sus movimientos con el rugido, distante, del mar. Luego se consuela pensando en su juventud, invocando rostros de novias ya idas, experiencias. No se anima, de verdad, a salir al balcón y enfrentarse con el panorama del océano oscurecido, cree que eso sería deprimente y, de alguna manera, evocador. Las muchachas en flor de Balbec, de Buenos Aires, de la playa: cosas que un hombre en su situación no puede permitirse.

miércoles, agosto 02, 2006

Tarta

Seguimos leyendo Tartabul. En cualquier lado: subte, mìnimos bolichitos de comida al paso, minutos robados al tedio; al fin y al cabo es un libro para leer en la ciudad, bien metidos en el mundanal ruido. Sòlo esos sonidos urbanos constituyen la mùsica apropiada para deletrear el caos de voces que "el Maestro" (segùn la promociòn de Sudamericana) utiliza para construir su novela. Asì como para un no-irlandès la lectura del Ulises puede resultar anegadiza (esa multitud de Paddys O'Connells, esas anècdotas de Parnell, esos juegos de palabras celtas), para alguien no perteneciente a las generaciones de los 60 y 70, la lectura de Tartabul roza lo incomprensible. No suelo abandonar los libros, por màs dificultosos que me resulten, siempre espero la dichosa epifanìa al final del camino. Si esta llega, ya reseñaremos màs en detalle el ùltimo libro de Viñas.

lunes, julio 31, 2006

Buenos días, civilización occidental


Escribieron los nombres de los niños muertos en las mortajas de plástico. “Mehdi Hashem, seis años - Qana”, estaba escrito con un marcador en la bolsa en la que yacía el cuerpo del niño. “Hussein al Mohamed, doce años - Qana, Abbas al Shalhoub, un año - Qana.” Y cuando el soldado libanés fue a levantar el pequeño cuerpo de Abbas, éste rebotó sobre su hombro como el niño debería haberlo hecho sobre el hombro de su padre el sábado. En total, 57 cuerpos fueron traídos al hospital público de Tiro y a otras clínicas. 37 eran niños. Cuando se les acabaron las bolsas de plástico, comenzaron a envolver los pequeños cuerpos en alfombras. Sus cabellos estaban teñidos por el polvo y a la mayoría les salía sangre de la nariz.

La nota completa de Robert Fisk, acá.

viernes, julio 28, 2006

Para una ampliación del campo de batalla

Lee las noticias
de una guerra en preparación.

Una vez más americanos,
árabes, socialistas, déspotas,
naciones, razones, amenazas,
esfuerzos diplomáticos, obras
de inteligencia, máquinas
cada vez más perfectas
de disuasión, compras
magnánimas, caos
al servicio del orden y demencia
al servicio de la razón
y el equilibrio
del equilibro de las razones
exteriores y ajenas.

Otra vez, otra guerra.
Otra vez una nueva vez.

“¡Y las veces que nosotros hemos...!”
“¡Y tantas tantas que nosotros habríamos...!”

¿Y si pudiésemos finalmente cómo...?

Ésta es la guerra.
Parte de la guerra: la amenaza
de guerra. La verdad
que revela la guerra
así leída: los tantos muertos
calculables no le interesan al señor.
En más o en menos muertos
la guerra de este mes
es meramente relativa.

Es una mera.
Es nuestra mera mierda contemporánea.

Estupor, estupor.
Aumentarán los combustibles.
Habrá más frío, menos combustión,
menor kilometraje por centavo.
Malo para el comercio.
Pésimo para el turismo.
Para la paz, inocuo,
donde nunca hubo paz.

R.E.F., Ultimos movimientos, Paradiso, 2004.

Después de la tormenta

Y entonces algunas certezas, aparecidas de relumbrón en la noche, como deben aparecer todas las certezas. Buenos Aires de noche con frío y casi vacía, el día siguiente al diluvio que no fue. Mirar el hielo caer y desear con ansia estar afuera: una escena de la Biblia, de Magnolia, como en una canción de los Manic Street Preachers: came washing over me/can't speak, can't think, won't talk, won't talk.

Y era así, nomás: Ibant obscuri sola sub nocte per umbras.

Y algunas grandes verdades también: Buenos Aires es muy susceptible, pero su belleza no se compara con nada, y en su delirio y en su locura me dejo caer mansamente, rendido, para siempre.

martes, julio 25, 2006

Millhouse y chicas hormigas

Daniel Link se sumerge en una fiesta coolta y descubre interesantes mutaciones capilares entre los asistentes. Esas intervenciones de Link, entre chismosas, etnográficas e irrelevantes son las que más disfruto de su blog. ¡Qué suerte que terminó el Mundial! ya no padeceremos con los pectorales y glúteos de los jugadores que Daniel se empecinaba en postear.

viernes, julio 21, 2006

El peor de los tiempos

It was the worst of times, it was the worst of times.
Dickens


El Taco Ralo Restó Bar estaba en Marcelo T. de Alvear entre Uriburu y Azcuénaga. Antes fue una maternidad peronista, después una facultad de ciencias sociales. El viento de la Historia barrió con todo en esta ciudad, como lo ha hecho siempre desde que la infernal máquina se puso a jadear y producir; sus pulmones de carbón impulsaron lo que los antiguos llamaban "capitalismo". Todo lo sólido se desvanece en el aire. La fría noche polar. Yo lo sé bien porqué estudié en esa alta casa de estudios sociológicos. Después crecí y comprendí que al monstruo sólo se lo entiende desde adentro. Aunque en realidad no hay un adentro y un afuera, ese es un discreto engaño, la Historia siempre es una sola. La Historia es una aplanadora. Puse en mis treintas una consultora de empresas. Desarrollo de nuevos productos. Investigación de nuevas tendencias culturales. Invención de símbolos. Cuando las universidades cerraron tuve la visión de miles de jóvenes estudiantes que se quedaban sin ese pálido refugio, sin ese simulacro de comunidad. Las motivaciones podrían haber cambiado, pero algunos símbolos seguían en pie y ese era un capital que no había que desperdiciar. Todo un target de jóvenes embelesados por las viejas luchas, por las viejas fábulas, deseosos de vintage nacional y popular. Una empresa de capitales eslovenos comandada por un ex candidato a presidente de su país casado con una modelo argentina puso la plata necesaria para desarrollar el proyecto. Un amigo gay y una ex novia con PhD en Partisan Studies se encargaron de dotar al lugar de "personalidad". Al bar lo instalamos en el antiguo quinto piso de la facultad. Clausuramos los ascensores para obligar a los clientes a vivir la experiencia antropológica del estudiante de subir a pie los cinco pisos. Tiramos paredes abajo, derrumbamos las viejas estructuras; levantamos, carpinteros, nuevas vigas del tejado. La Historia, señores, es un martillo neumático cantando la canción del progreso universal. Trabajamos los tres solos, con la ocasional ayuda del ex candidato a presidente esloveno y su mujer que venían algunos sábados a montar un surreal picnic (anti) estructuralista. El esloveno nos miraba y decía "son igualitos a los cuáqueros construyendo el granero de Testigo en Peligro". La ética protestante es el secreto de toda empresa próspera.
La inauguración del bar fue un éxito y una sorpresa para todos nosotros. Gente que jamás imaginábamos que nos daría su apoyo se hizo presente en el lugar. Todos parecían fascinados con la estética del bar y hasta algunos deslizaban elogios de corte político. "Esto es una reivindicación de nuestra memoria histórica" me dijo en un aparte Horacio González. José Pablo Feinmann abrazaba al esloveno y le decía que este era el verdadero museo de la memoria. Martín Granovsky nos prometía sin cesar el apoyo de Telam.
La verdad es que la decoración del lugar estaba buena. Al entrar te recibían dos chicas muy lindas que representaban los 60´s y los 70´s: una rubia vestida con minifalda símil Twiggy, una morocha con camisa de bambula y pantalones pata de elefante. Pocas mesas pero grandes, para cuatro personas mínimo, cosa de impedir el individualismo. Una larga barra atendida por un chico cubano escapado de la Isla pero al que obligamos a presentarse como un defensor acérrimo de la Revolución y a dejarse una prolija-desprolija barba. Afiches políticos de los últimos 40 años, algunos inclusive, los que quedaron de rezago tras el cierre de la universidad. Multitud de siglas de agrupaciones barridas por el viento de la, sí, Historia. Llamados heroicos a la solidaridad con los oprimidos. Convocatorias a votar, convocatorias a no votar. Los mozos usaban camperas de fajina, las mozas se repartían entre los overoles azules de grafa, delantales de alfabetizadoras, y pequeñas minifaldas colorinches sostenidas por zapatos de plataforma. Demás está decir que la propina estaba prohibida por vicio pequeñoburgués degradatorio de los trabajadores gastronómicos y mala conciencia de los clientes. El trato era de igual a igual:
- ¿Qué se va a servir, compañero?
- Traigase un Aramburu y algo para picar, compañera.
Porque los tragos llevaban nombres alusivos. Mi amigo gay se pasó dos semanas leyendo La Voluntad para armar el menú. "Quedé extenuado, no paso por algo igual en toda mi puta vida" me dijo cuando terminó. Y entonces algunos eran:
- Aramburu: trago fuerte a base de Cinzano, granadina y vodka. Sólo para jóvenes muy jóvenes sin nada que perder.
- Allende: pisco y cierto ingrediente que nunca pude averiguar.
- Evita Capitana: ideal para quedar bien con una chica, suave, dulce, pero con efecto letal retardado. Las desata, se vuelven combativas y tiernas a la vez. ¿No lo probaste todavía?
- Isabelita: el opuesto exacto. Para ahuyentar ese escracho que no te podés quitar de encima.
- Danny le Rouge: usualmente sólo cognac. Para los iniciados podía ser también ajenjo, coloreado de rojo, claro.
- Menotti: licor de anís.
- Pernía: licor de huevo.
- Raúl Castro: (no queríamos caer en la grasada poco original de llamarlo Fidel, o Che, o Cienfuegos) mojito a la Hemingway. Para men without women.
- Luche y Vuelve: vino de Rioja, lo traían desde Madrid todas las semanas en avión. Idea del esloveno.
- Cristianismo y Revolución: agua mineral sin gas.
- Levingston: nadie, nadie, pidió nunca un Levingston, ¿ok?
- Absolut Politburó: la conocida marca de vodka.
- Romero Brest: para chicas arty.
Entre las mesas se juntaba lo mejor de las dos generaciones. El clima de peña, de unidad básica previa proyección de La Hora de los hornos era compensado por la elegancia de algunos jóvenes cultos que glosaban Adorno&Horkheimer mientras cotilleaban precios de chalinas italianas. Lucas Rubinich contaba anécdotas de travestis ruteros. Emilio de Ipola tomaba agua mineral y comía un pancito con hierbas de Aix-en-Provence. Portantiero relanzaba en un impulso lírico el Club de Cultura Socialista ante la mirada horrorizada de Abal Medina Junior. Eduardo Rinesi lloraba de risa de una chica francesa que había venido a hacer una tesis sobre nuevos movimientos sociales. Las risas de Rinesi eran contagiosas, por cierto. Jorge Lanata trataba de explicarle a un pibe de unos 16 años que coño había sido Página/12. Rafael Bielsa versificaba sobre la marcha una oda al Paraná que le debía muchísimo a Saint-John Perse. David Viñas puteaba a un mozo, después a una mesera, después al esloveno, después se abrazaba con todos y les decía al oído "que los perdonaba". Christian Ferrer pintaba una A de anarquía sobre un viejo afiche de Oscar Alende. ¿O era una A de Alende?
Las copas pasaban de mesa en mesa, los viejos camaradas celebraban haber encontrado por fin un buen meeting point donde rememorar viejas épocas "y, por qué no, planear nuevas estrategias de unificación del campo popular en estos tiempos salvajes que corren". Todos estaban tan felices. Todo era tan triste. Hubiese querido ponerme a bailar un suave valsecito peruano en medio de todos ellos.
Me fui discretamente hacia una de las ventanas y miré la noche de Buenos Aires virando del negro muerte al malva virginal del nuevo día. Amanecía pero las voces seguían rugiendo. Era como la escena final de Los muertos de Joyce, pero sin nieve, pero sin nostalgia, pero sin las heladas aguas sediciosas de Shannon, pero con muertos, sí, con muertos.
-Beatriz Sarlo y Noé Jitrik me acaban de preguntar cuándo ponemos algo así en Filosofía y Letras -me dijo el gay.
-El esloveno decide.
-Tengo el nombre. Se me acaba de ocurrir. Genial.
- A ver...
- Bar - thes.
-¿Barthes?
- No, boludo, Bar guión thes: Bar - thes. Barthes.
- Bar - thes.
- Barthes.
Afuera salía el sol. Lo sólido no se había desvanecido todavía en el aire. La fría noche polar no había llegado aún. Al llegar a casa vomité el Aramburu. En el futuro sólo agua mineral para mí.

miércoles, julio 19, 2006

Allá en la frontera, donde empieza el Desierto (2667)

"... esa ciudad parece pujante, parece progresar de alguna manera, pero lo mejor que podrían hacer es salir una noche al desierto y cruzar la frontera, todos sin excepción, todos, todos."

El horror, el horror. Eso decía Marlon Brando luego de su encuentro con Martin Sheen en la selva vietnamita de Apocalypse Now. Hay lugares sobre esta tierra donde el horror sale de las mentes y las fantasías y se apodera de los cuerpos y las cosas. Lugares dados a la concentración de altas dosis de horror. Las guerras y las pestes pueden ser catalizadores de horror, eventos más o menos inesperados que arrasan una población, que la vuelven ceniza, cementerio. Pero las guerras y las pestes son hechos finitos, tienen un inicio y un final, tienen responsables a los que culpar por la matanza, ya sean ejércitos o microbios. En otras ocasiones, y esto es lo más espeluznante, el horror se apodera de una población desde adentro. Está ahí, agazapado, escondido, esperando a sus víctimas. No viene desde fuera, yace en las raíces más profundas de la vida social. Nadie sabe cuando empezó, nadie sabe quién fue la primera víctima. El horror se vuelve parte del paisaje, un elemento más a tener en cuenta: un monstruo que hiberna en las profundidades y que cada tanto sale de su letargo para cobrarse su libra de carne. Un horror metafísico y, al mismo tiempo, profundamente carnal.
Ciudad Juárez, México. Más de 500 mujeres asesinadas de las más diversas maneras en los últimos diez años. Más de 4000 desaparecidas tragadas por la arena del desierto. Números estimativos tanto por la impericia policial como por la incertidumbre que rodea todo el asunto. Nadie sabe cuál fue la primera víctima, nadie sabe cuándo. Podría suponerse la hipótesis nada descabellada de que siempre ocurrió, de que el horror siempre estuvo allí, desde el principio, tan inmutable y atemporal como las montañas, como las piedras que componen las montañas.
Películas snuff, prostitución, violencia doméstica, violaciones, asesinos seriales. Sospechas nunca comprobadas fehacientemente pero que dan una idea de como el imaginario de una población puede ser tomado prisionero por las más diversas variaciones del horror. Un catálogo completo de las atrocidades. El pueblo de fantasmas de Rulfo convertido en el pueblo de asesinos de Bolaño.

martes, julio 11, 2006

Apágate ya, diamante loco

Me sorprendió la muerte de Syd Barrett. Era uno de esos personajes que eligieron, libre o forzadamente, la reclusión, la huída del mundo. Algún día nos sorprenderá la misma noticia con referencia a Salinger o a Bobby Fisher: personajes eternamente clavados a los momentos de fulgor en que compartieron su genialidad con el mundo, eternamente jóvenes y todopoderosos. Los más débiles entre los débiles.
Lo escuché por primera vez en el viejo departamento del poeta perdido. Sobre la Avenida Santa Fe en largas noches en vela, un grupo minúsculo de adolescentes escuchaba la discografía completa de Pink Floyd y, cómo no, los sonidos delirantes y conmovedores que exhalaba The Piper at the Gates of Dawn y A Saucerful of Secrets, los dos discos de Barrett con Pink Floyd.
Vivía desde hace 35 años en el sótano de la casa de su madre en Cambridge. Según se dice, sus últimas pasiones fueron la pintura y la jardinería. Las pocas fotos que registran ese período de su vida lo muestran con la cabeza completamente afeitada, al igual que las cejas.
Podemos, no sin cierto pudor, imaginarlo en su sótano, perdido en los trazos de sus dibujos; la mente corriendo el espeso velo de la locura hasta chocarse con las paredes de su habitación bunker; melodías distorsionadas para siempre; figuritas del Daily Mirror recortadas en un album infantil.
Apágate ya, diamante loco. El brillo fue demasiado intenso.

viernes, julio 07, 2006

Máximas de la fecha

"Hacer una literatura escrita por no-escritores y leída por no-lectores"
"Publicar en soportes inverósimiles e insoportables"
"Arder y que otro apague el fuego"

"Nota para suplemento cultural se ofrece"

(John Holmes)

Escritor legendario, personaje siempre polémico, autor de una obra que recorre los últimos 30 años de historia argentina, Fogwill (que ha hecho de se apellido una marca registrada según las tácticas del marketing) acaba de reeditar, a más de veinte años de su aparición, Los pichiciegos, una de las pocas novelas que se animan a meterse con ese oscuro y delirante suceso llamado "guerra de Malvinas". En una mesa de un bar de Palermo, mientras los autos dejan sus estelas fosforescentes en el atardecer porteño, mantuvimos con él la siguiente entrevista.

Periodista: Hay toda una leyenda Fogwill dando vueltas por el campo literario argentino. ¿Qué representa para vos ser considerado por los más jóvenes como un referente de la narrativa argentina?, pienso en nombres de jóvenes escritores como xxxx, xxxx, o, tal vez, xxxx...
Fogwill: Chupame la pijita arrugada.
P: Claro, era a eso a lo que iba. Un poco es la postura de Lamborghini, ¿no? una tradición que se puede rastrear en cosas de Mansilla, de Soiza Reilly, de Julián Martel, por qué no...
F: Chupame la pijita arrugada.
P: El otro día leía una nota que escribiste en El Porteño, creo que en 1984, donde hablabas de como el alfonsinismo fracasaba irremediablemente al intentar crear discursos y narrativas que aparentemente eran "modernas" para la Argentina, pero que estaban ya agotadas hace tiempo en Europa: la socialdemocracia, Willy Brandt, esa cosa weberiana mal entendida...
F: Chupame la pijita arrugada.
P: En ese sentido, ¿para qué reeditar Los Pichiciegos?
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Ese cuento en especial de Muchacha Punk tiene una atmósfera muy pesada, premonitoria diría, pensando que fue escrito en... ¿cuándo? ¿1975, 74?
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Tenés razón, no lo había visto por ese lado...
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Eso fue el menemismo en pocas palabras.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Y hay otra faceta que me interesa: tu obsesión por las marcas, por los lugares, por la "topografía" de la ciudad, por los hábitos de consumo, el vestuario, los gustos, esos sistemas de "distinción" como diría Bourdieu.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Sí, obvio, claro, me acordaba de la descripción del casino en La experiencia sensible, las derivas de la pequeña burguesía, ese juego permanente con lo autobiográfico que siempre fue muy marcado en tu literatura, todo un aspecto muy poco explorado en la literatura argentina.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: En Los Pichiciegos se puede leer como una contraficción: una ficción sobre un hecho bélico que perfectamente entraría en los cánones de la ficción. Y ese poder contraficcional opera como verdadero develador de la guerra: los pichis como outputs lógicos de ese sistema bélico. Al mismo tiempo la guerra aparece como un eslabón más de la larga cadena que construís en tu obra, la larga cadena de los sistemas de relacionamiento humanos: el sexo, el dinero, el lenguaje.
F: Chupame la pijita arrugada.
P: Alan Pauls dijo recientemente que vos... (interrumpe)
F: Chupame la pijita arrugada.
P: ¿Es posible esperar otras reediciones de obras de Fogwill, hoy inhallables? Y en este sentido, ¿cómo te relacionas con las editoriales "jóvenes" que están creciendo en Buenos Aires?
F: Chupame
P: ¿Podemos hablar de nuevos públicos en Argentina post 2001?
F: la
P: Nunca pude conseguir Mis Muertos Punks...
F: Pijita.
P: Se me termina el cassette, Fogwill...
F: Arrugada.
P: Gracias por la entrevista, hasta la próxima.

El resto es silencio.